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Quito boliche

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El boliche es un submundo perdido detrás de una cortina de humo de cigarrillo barato. A veces la densidad de la atmósfera se percibe como cuando va a venir la lluvia. La televisión está prendida, es una voz más, y las cabezas tienen torticolis de inclinar los cuellos hacia el tubo que transmite la quiniela o el fútbol. Timba y pelota. Si no sos parroquiano, hay que animarse a entrar, juntar coraje como quien junta sed, abrir la puerta y volverse el centro de las miradas. El que te reconoce se anticipa y te pega un grito desde lejos en un especie de sapucay del campo. Algunos otros te escanean. Te cuentan las costillas desde sus ojos rojos mientras tintinean los vasos de vino o de cerveza. Con mi amigo entramos despacio. No apuramos el tranco. Tenemos la velocidad del caracol porque animarse a entrar a un boliche cuando sos visitante es desparramar los átomos de la rutina y la velocidad parece siempre una amenaza en lo que transcurre ahí dentro que es una estación del tiempo o una suert

Acerca de estar solo

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No sé porque jamás fuiste a Necochea con Básquet. Te perdiste un montón de aventuras: sobre todo la de ir con linternas a la zona de Quequén bien de noche, cuando el viento parece un huracán que viene del lado del puerto y nosotros con camperas estábamos ahí panza arriba mientras el viejo Molina nos mostraba el banco fantasma y más arriba la vía láctea como si fueran palabras. Las tres marías, Orion, la cruz del sur y otras que no recuerdo. Los de las estrellas como palabras no se me ocurrió a mí ni al viejo Molina, tampoco fue ahí en ese tiempo debo confesarte, sino más tarde al leer a Jack Kerouac en esas expediciones de viajero solitario cuando se instaló como guardaparques voluntario en el Pico Desolador en medio de un Parque Natural en Alaska. ¿Vos estuviste alguna vez mucho tiempo solo con vos mismo? sí, me refiero al hecho de ir a buscar leña a un monte, de prender un fuego para cocinar y de no hablar con nadie por unos cuántos días. Una especie de retiro espiritual. Me intriga

Mudarse de la lluvia

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La imagen es la lluvia que cae en el parabrisas y por momentos se siente una cortina gris como de humo de agua. Sí de humo de agua. Sale de la casa como a las 5 y corre hasta el auto velozmente para no empaparse. Se empapa igual y putea bajito. Aún está con ese sopor de la siesta. Él se acuerda de su amigo Marcos ¿En qué andará? se dice y lo imagina por un camino de montaña con ese andar acaracolado mientras se pasa unas vacaciones en su pueblo. Piensa que algunas historias son para contárselas a algunos amigos en especial. En este caso, Marcos. Hay historias que tienen interlocutores precisos.   La tarde es acuosa. Ventanas transpiradas. El vapor de adentro,  mientras afuera se rebalsan las bocas de tormentas y los autos se deslizan con un silbido.  Atraviesa la circunvalación. Se trata de una avenida ancha que está cortada por un bulevar al medio que la separa de la otra arteria que es como un detrás de la vía en la que comienza otro barrio hacia los márgenes.  Detrás del agua siemp

Oda a la boya

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Flotar ahí, en la nada, por la nada, en el mísmismo instante de la epifanía. Me pregunto si existe, me pregunto si se toca, si es aterciopelada, remolino gris o bravura mansa. Titila, es un bicho de luz del adentro, un relámpago, un ápice cómplice del instante. Nado por vos, por nadar en la trama que se vuelve tu voz en la mía como la boca de tu pez en mi anzuelo de re pente M.K

Tejer

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Pregunto si entre yo y los otros hay un resquicio, un hilo invisible, que muestra la sed, el estupor, o el milagro. Pregunto, al fondo de tus ojos en los míos, una y griega es como una espada, que nos clava con flores, en los huecos que se esconden. Pregunto y no sé quién contesta, si tu duda o la mía, si el precipicio o tu escalera. Pregunto porque preguntar es tejer, la blanda arena con el musgo, la cárcel con la poesía o ese bendito riesgo de blandir un arma blanca, de palomas libertarias. M.K

Poema al frío

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Un poema Al frío,  A la duda,  Al misterio, En la fragilidad  Del invierno.  Un poema, Al vino  Rancio  En la copa  Olvidada  En tu mesa de luz,  O en la alfombra  Manchada;  Un poema Es una daga  Afilada  En la nada  Del esfuerzo  Sin recompensa; O la cruz  O la esencia  Del camino Al peligro.  Un poema  A este pancho  con papas,  A la crisis,  Los compañeros;  A mi triste cenicero, Mis frazadas,  La almohada,  O la persiana  Cruzada  En los sueños.  Un poema, la entrega,  Mi pulsión,  O el silencio  De soda En la noche,  Mientras  Me quedo  Despierto  O me quedo dormido.  M.K

Espacio de latido

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Mecer,  Intento mecer,  el vino, la sonrisa, tu barco en mi mar,  O viceversa.  Cocer, intento cocer; el filo, tu abismo en lo roto o vacío que suena a canilla resfriada,  A grillos en verano,  a ventilador de la duda,  O a película desordenada. Después, la hondura  La tempera blanca  cargada,  Impresionista,  La luna casi llena,  Apenas le falta  una uña para  llenar ese breve  espacio  en el que latís, aunque no nos demos cuenta. M.K