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Mostrando entradas de 2012

Soledad

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Ellos tienen razón esa felicidad al menos con mayúscula no existe ah pero si existiera con minúscula seria semejante a nuestra breve presoledad. Después de la alegría viene la soledad después de la plenitud viene la soledad después del amor viene la soledad. Ya sé que es una pobre deformación pero lo cierto es que en ese durable minuto uno se siente solo en el mundo. Sin asideros, sin pretextos sin abrazos, sin rencores sin las cosas que unen o separan y  en esa sola manera de estar solo ni siquiera uno se apiada de uno mismo. Los datos objetivos son como sigue: Hay diez centímetros de silencio entre tus manos y mis manos una frontera de palabras no dichas entre tus labios y mis labios y algo que brilla así de triste entre tus ojos y mis ojos claro, que la soledad no viene sola. Si se mira por sobre el hombro mustio de nuestras soledades se verá un largo y compacto imposible, un sencillo respeto por terceros o cuartos ese percance de ser buenagente. Después de la

La lluvia

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La lluvia que viene a decir Calmar algún vahos, Callar alguna brasa Acomodar otra alma Y parir una flor

Graffitti

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Amores y adioses en las paredes. Cuento, Julio Cortázar Tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar un dibujo al lado del tuyo, lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste cuenta que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle en su momento más solitario, acercarse con indiferencia y nunca mirar los grafitti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por la vidriera de al lado, yéndote en seguida.     Tu propio juego había empezado por aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la ciudad, el toque de queda, la prohibición amenazante de pegar carteles o escribir en los muros. Simplemente te divertía hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el término grafitti, tan de crítico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos y hasta con

Dos planetas

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Poesía, el encuentro, la conexión,  Dos personas que se encuentran Envión Pasos decididos Romper la estática La nariz en el camino Viaje de larga distancia El ciempiés de las sonrisas Pájaros y palabras Soplidos Burbujas de humo Besos con sonido Almohadas ansiosas Mar en reposo Noctilucas Brazos que se encuentran Dos faroles de noche Parpadear Pellizcarse La ficción de pedal La nube de sabana Segundos de pausa El todo o la nada Encontrarse en la calma Latidos el corazón en la garganta bailando el tango ahí, ahora y siempre el bandoneón esquiva la muerte Los veo ir huelo paz les regalo un acorde les canto con las tripas a un mundo detenido con dos planetas en cita  Matías Kraber

Creo

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Creer o reventar, de eso se trata. Entre el verso y la prosa Creo en algunos silencios. En domingos que cortan con la navaja.  Creo en gargantas reas y desprolijas,   Creo en los ojos seguros del Che: inmortal en la Higuera Creo en “Give peace a chance” de un Lennon más barbudo,   En la sincronía y en la coincidencia, en el hombre que está solo y espera, en las palabras que tienen sangre  En Walsh, en Galeano, en Silvio, Cadícamo, El Polaco, El Diego o el Chango.  Creo en mi abuelo volviendo del sindicato, y en sus mates debajo del árbol. Creo en los reencuentros, en el- o los- olvidos, en las revanchas y en una canción que dice que “la vida es una tómbola”.  Creo en risas todopoderosas,  en el olor a tierra mojada, en las charlas al lado del fuego, en el vino con amigos y en los cuentos de la pelota. Creo en pañuelos blancos, en algunos corazones fanáticos,  en lágrimas de madres, en kollas cantando una copla,  en Atahualpa y su guitarra  y en mujeres naturales que

La vibra

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Mario Benedetti, verso corto Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.

Patrón

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Cuento, Abelardo Castillo,   en un campo argentino pudo pasar... El estanciero y la hija de la criada I La vieja Tomasina, la partera se lo dijo, tas preñada, le dijo, y ella sintió un miedo oscuro y pegajoso: llevar una criatura aden­tro como un bicho enrollado, un hijo, que a lo mejor un día iba a tener los mismos ojos duros, la misma piel áspera del viejo. Estás segura, Tomasina, preguntó, pero no preguntó: asintió. Porque ya lo sabía; siempre supo que el viejo iba a salirse con la suya. Pero m’hija, había dicho la mujer, llevo anunciando más partos que po­tros tiene tu marido. La miraba. Va a estar contento Anteno, agre­gó. Y Paula dijo sí, claro. Y aunque ya no se acordaba, una tarde, hacía cuatro años, también había dicho: –Sí, claro. Esa tarde quería decir que aceptaba ser la mujer de don Antenor Domínguez, el dueño de La Cabriada: el amo. –Mire que no es obligación. –La abuela de Paula tenía los ojos bajos y se veía de lejos que sí, que era obligación. –Ahora q

El cantor criollo

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Oscar El Chaqueño Palavecino, nota, reportaje, folclore Tal vez sea el único del folclore argento que una tanto,  sea sur o sea norte: sea Chaco, Rawson o Ayacucho. Alpargatas o sombreros. Él, Oscar “El Chaqueño” Palavecino cuenta cómo su música puede juntar a un paisano con un porteño y habla de su Salta, de Guarany y su legado en Jesús María, de nosotros y del folclore que  por suerte se quedó quedando     Él, un changuito  de diez años que lustraba zapatos en la plaza de Tartagal jamás imaginó que un puñado de años más tarde los tendría a todos prendidos del fuego de su garganta. Todos y de punta a punta del país. Juntando  cabos sueltos en una misma  misa gaucha: el peón con el patrón, la ciudad con el campo, el abuelo de la milonga con el nieto del rock. Que tampoco imaginó un verano del 98 con  Horacio Guarany dejándole la rienda en Jesús María,  ni mucho menos que un 25 de mayo de 2010 3 millones de argentinos bailaran dos horas y media bajo lluvia con cancione

Se asoman

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Poesía, verso, arrimarse, bailarse un tango Se asoma una nube Un planeta Se agarran dos ciegos de amor Se pierde el humo en la noche Y asoma el hocico el sol Se pinta los labios La muerte Se llena de sangre el dolor Se quieren los que no tienen suerte Se huelen y no tienen olor Se brindan dos copas  sin ruido Se llaman sin llamar la atención Se quejan del mal del sonido Se dejan caer del balcón Se bailan con tango del veinte Se cantan en tono mayor Se ven en los espejos los dientes Se van quedando sin voz Se dicen verdades que mienten Se sueltan en cada rincón Se fuman el tiempo sin verse Se quieren como una canción  Por Matías Kraber

Aquellas pequeñas cosas

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El fútbol y la vida misma, relato autobiográfico Mi primera pasión se vistió de rojo una siesta primaveral debajo de un sauce, sentados entre hombres en derredor a una radio portátil que sonaba a todo pulmón en el silencio dominguero del pueblo. Mi memoria conserva esa imagen como una postal, esas estampitas eternas en la cartera de cualquier abuela. La foto carnet de la persona más querida en el rincón de la billetera. Recuerdo a mi viejo en pantalones cortos y bigote ancho, sentado en una banqueta de pesca y viendo en el aire las jugadas que dictaba Víctor Hugo por el pequeño parlante. Mi abuelo –más al costado- con los pies descalzos en el pasto, camisa escocesa y la mirada anclada en algún punto que nada tenía que ver con Independiente y el fútbol. Mientras tanto, mi hermano y yo, en un silencio de cuarenta y cinco minutos comiéndonos los codos, inaugurando un sufrimiento por once tipos rojos detrás de una pelota. Más el ritual de persignarse con la camiseta puesta, c

El titan del gol

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Apología a Martín Palermo, nota, homenaje, perfil Él los hizo a todos. Con la rodilla vidriosa en el 3 a 0 a River por la Copa Libertadores en La Bombonera o con un frentazo de la mitad de la cancha al arquero Germán Montoya para el gol de la victoria frente a un Vélez imbatible. O el número 100 a Colón con los ligamentos bien rotos o los dos a Banfield en 2006 con los ojos hinchados de tristeza por ese hijo que se fue. Él pasó 3 veces por el quirófano y volvió a pisar el área una y otra vez a una edad en la que Sebastián Rambert o Diego Cagna o Luís Zubeldía llevan más de 3 años en el banco de suplentes como técnicos o ayudantes de campo. Él erró 3 penales en un partido de Argentina y volvió para romper con un cliché grande como una casa: con 36 años ser el jugador de fútbol más veterano para debutar en un mundial. A él no le importó pelearse con el mandamás de la 10 bien bostera en la espalda y que muchos quieran regalarlo con moño a un equipo del Argentino C. A él no le temb

El día que murió Lennon

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Gabriel García Márquez, John Lennon, Sí la nostalgia sigue siendo igual que antes , Ha sido una victoria mundial de la poesía. En un siglo en que los vencedores son siempre los que pegan más fuerte, los que sacan más votos, los que meten más goles, los hombres más ricos y las mujeres más bellas, es alentadora la conmoción que ha causado en el mundo entero la muerte de un hombre que no había hecho nada más que cantarle al amor. Es la apoteosis de los que nunca ganan. Durante 48 horas no se habló de otra cosa. Tres generaciones —la nuestra, la de nuestros hijos y la de nuestros nietos mayores— teníamos por primera vez la impresión de estar viviendo una catástrofe común, y por las mismas razones. Los reporteros de la televisión le preguntaron en la calle a una señora de 80 años cuál era la canción de John Lennon que le gustaba más, y ella contestó como si tuviera quince: La felicidad es una pistola caliente. Un chico que estaba viendo el programa dijo: “A mí me gustan todas”. Mi h