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Mostrando entradas de abril, 2015

Oda a la soda

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Bendita sea el agua nerviosa. Ésta electricidad primero en la boca y después en la garganta que reclama un tono milonguero de mi mayor.   Aliada del vino, prima del café, plumero de la resaca.   Soda, sodita, sodasa tengo la certeza que jamás te pasarás de moda. Escucharte salir disparada tras un gatillo de sifón es música, y después sentir tus pequeñas anguilas eléctricas en el paladar son tu pequeño aporte con la vida: "buenos días, buenas tardes, buenas noches; por acá pasó la soda".

Hotel España

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Algún día terminarán en un hotel, lo sé. Lo sé como si lo hubiese visto en una película argentina de bajo presupuesto. Ella en el subte línea b camino a Medrano, y él pateando por San Juan al salir del trabajo. Se morfa una pizza con mucha muzzarela en Kentuckys, mira por la ventana e imagina. La ansiedad de la sorpresa se amortigua con una pizza que sabe tan rica como el propio enigma. Ella también piensa. Va agarrada del pasamanos del subte y mira por la ventanilla. Siente el bamboleo del tren y se deja arrastrar por la inercia. Tiene los labios rojos y se los mira en el reflejo del vidrio mientras frota el labio inferior en el superior. Un segundo o dos dura su coqueteo hasta que yo capto el instante y quiero atrapar su mirada. Interponerme. Lo logro y ella siente que la despluman: se ruboriza. Siente la vergüenza en sus mejillas, porque es al mismo tiempo tan guerrera como carmelita descalza. El amor en buenos aires puede ser subterráneo. Late por abajo de las baldosas y el ho

Papel del viento

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Primero vino la exclamación de la angustia en el micro cuando veo de refilón su muerte. No me quiero hacer cargo. No digiero tan rápido.   Los obituarios van a llover de frases, en la televisión se escuchará su voz, acaracolada, parsimoniosa pero tan flecha como su pluma. El diario Página/12 lo tengo en la falda y no dice nada porque aún no se enteró pero mañana tendrá columnas. Él escribió ahí y dejó contratapas lúcidas en el archivo. Se me viene una: la de Hugo Chávez cuando ganó el referéndum en Venezuela. Se me vienen muchas cosas: mi abuelo diciéndome "ya vas a leer este libro y te acordarás de mi" y señalaba las venas abiertas de América latina. Quizá la primer gran Biblia marxista de Latinoamérica.   Se me viene el siglo del viento, el fuego: los nacimientos, se me viene una tarde de abril de hace 6 años cuando tomaba un café con mi novia de ese momento en el Ateneo de Callao y Ayacucho y sonaba un piano en el café que olía a medialunas y bossa. Un señor de ojos de ma