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Mostrando entradas de octubre, 2017

El péndulo de tu revolver

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Pienso en Los Beatles y el ocio. La sensación que el vinilo gira y emite apenas una descarga que es también la señal del éter. Acá prendimos el toca disco que es un sujeto cromado con una púa que cae en delicadas líneas y yo juego a ser una tómbola con el humo. Girar y girar. En el medio una explosión polifónica por todos los flancos: John, George, Paul y Ringo. Línea de 4 de todos los tiempos con la nostalgia de un quinto potencial que fue imaginario o hasta al gentil Juan Alberto Badía le hubiese encantado. Pero no. El quinto somos nosotros mismos cuando entramos en su caja de Pandora en la que flotamos apenas el vinilo está en play. Prendí uno y empieza Revolver a disparar desde la pista 1: Taxman, el hombre cobrador de impuestos y son las 7 bien temprano y podes verle el rostro a este sujeto jorobado que le recauda a los más cerdos capitalistas en tu ciudad. Una sierra de realidad cuando es la primera mañana y todavía tenemos la resaca a flor de piel. En la segunda pista se enc

El velorio de Ernesto

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Recuerdo a todos fumando puchos en el palier del velatorio.   Uno tras otro sin parar. Mientras las charlas giraban entre anécdotas viejas en común y algún chiste morboso sobre la propia parca. Las distintas maneras de morir absurdamente.   Juan –creo que fue Juan- se empezó a ir del foco. Resbaló en escenas sanguinolentas. Le puso ese terror que roza el peor de los infiernos del Dante.   Se esmeró en ser meticuloso en su discurso de muertes violentas, por asfixia o por piromanía. Los ojos de todos comenzaron a virar hacia el miedo, hasta que una tía del difunto pasó masticando bronca y largó un misil por lo bajo: “más respeto por la muerte, más respeto por la muerte, dios mío”. No sé porqué, pero cuando el funeral convoca, las risas brotan como hongos después de la lluvia. Una risa y un hongo son primos aunque no lo sepan. Una risa histérica primero; metralleta de aire con sonidos, onomatopeyas de relleno, después una risa de verdad: la que se confunde con el stacatto de los cant

No hay muro en tu libertad

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El reino de lo efímero es una maquinaria de sepultar ideologías. Sí, después del muro de Berlín y el auge del neoliberalismo vivimos tiempos de derrota cultural en gran escala. Sólo quedan vagos intentos de supervivencia. Yo, tu, él y cada vez menos nosotros. Pequeñas trincheras, entre olas que a esta altura son tsunamis porque son bombardeos masivos de información, falsa o veraz, en la era de la postverdad no importa. Nada importa. Sólo el éxito y el ejército de likes que cambian de bando cual camaleón del momento. Las mieles del éxito virtual en las que "ser equivale a ser visto" en un mundo de redes sociales para que se mire narciso. Un narciso, tres, mil, al infinito.  En medio del bardo informativo el trabajo de sopesar, analizar y valorar es símil a la de un buscador de chatarras en un inmenso basurero. Corremos el riesgo de sangrar las manos y morir con óxido nitroso por ser porfiados buscadores de tesoros muertos. La pregunta es siempre si vale la pena el riesgo