Aquel Peronismo de juguete- Osvaldo Soriano
Cuando yo era chico Perón era nuestro Rey Mago: el 6 de Enero bastaba con ir al correo que nos dieran un oso de felpa, una pelota o una muñeca para las chicas. Para mi padre eso era una verguenza: hacer la cola delante de una ventanilla que decía "Perón cumple, Evita dignifica", era confesarse pobre y peronista. Y mi padre, que era empleado público y no tenía la tosudez de Bartleby el escribiente, odiaba a Perón y a su régimen como se aborrecen las peras en compota o ciertos pecados tardíos. Estar en la fila agitaba el corazón: ¿quedaría todavía una pelota de fútbol cuando llegáramos a la ventanilla? ¿o tendríamos que contentarnos con un camión de lata, acaso con la miniatura del coche de Fangio? Mirábamos con envidia a los chicos que se iban con una caja de los soldaditos de plomo del general San Martín: ¿ se llevaban eso porque ya no habría otra cosa, o porque le gustaba jugar a la guerra? Yo rogaba por una pelota, de aquellas de tiento, que tenían cualquier forma me...
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