Goodbye Fidel

Vuelvo a imaginar a esa mujer cubana (de talvez unos 80), llegando al final de sus días con la cinta de la memoria impecable porque vivió con furor la revolución, sus hijos y sus nietos estudiaron: son cubanos críticos y con autoestima porque cuando se alfabetiza, se le gana al analfabetismo, el pueblo por sobre todo cobra autoestima. Además, como dato: que el pueblo cubano nunca padeció de la inseguridad social o de la falta de alimentos: así sea una ración de pescado, arroz y leche al desayuno.
La señora escucha una música fúnebre aunque no suena. Llora en su cama porque ella presiente que los engranajes del tiempo se están corriendo de lugar, que Cuba antes de Fidel era un burdel caribeño de los gringos y ahora la incertidumbre la lleva a pensar pesadillas aún más peligrosas. No sabe qué, pero su generación que vivió la revolución se está yendo también con su líder. No queda mucho hilo, los moicanos son los últimos, ahora quedan sus nietos que tienen sus relatos pero viven en el mundo del imperio de la imagen. Llueve en sepia en Cuba, la señora mira en blanco y negro, cree que esa es su manera de hacer patria. "Yo me muero como viví", frasea despacito la canción de Silvio que suena a un tango pero cubano.
MK
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