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Mostrando entradas de julio, 2019

Lazambik, mi eterno club rodante

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De pibe fundé un club imaginario. Se llamaba Lazambik y era la combinación de letras azarosas. No recuerdo qué fue lo que tuve en cuenta para armar ésta palabra que parece un látigo ruso. Un golpe seco de consonantes como un buen contragolpe fabricado por Pavel Nedved. Creo que mi apellido siempre me invitó a flashearla. Ni siquiera supimos del todo nítida la historia del bisabuelo Kraber que llega a Montevideo en barco después de escapar de la guerra civil en Polonia en la primera década soviética. Sí sabemos que ahí se cruzó con la bisabuela Isabel de Ucrania y al tiempo juntos cruzaron el charco para vivir por el Abasto en Buenos Aires, por donde nació mi abuelo Héctor.  Después Sarandí, Villa Domínico y San José en las calles del partido de Almirante Brown, al sur del GBA. Hace una navidad mi tío Marcelo me hizo un tour en su Fiat Fiorino por esas esquinas y fue un viaje en el tiempo. - Ves, ahí jugó tu papá con los canarios- dijo el tío con ese tono amansado como de uruguayo