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Mostrando entradas de septiembre, 2017

Tus puñales flaca

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Un maldito clásico del rock nacional que hoy reúne más de 20 millones de reproducciones en Youtube. Sin embargo apenas salió yo pude grabarla de la FM HIT (105.5) en un Tdk desde el grabador que teníamos en la casa de la infancia. Puse un alambre San Martín en la antena porque ayudaba a que la sintonía sea más fina, y apreté Rec. En el medio, la voz de Daisy May Queen me cagó la grabación con el “puesto número 4 de los 40 principales”, pero era el precio de tener la primicia en el pueblo. La canción tenía alma de hit desde el primer momento que la escuché. Un teclado de atmósfera que después le daba lugar a la melodía inconfundible del saxo y la voz de Andrés que llegaba carrasposa como un cantor de baladas dispuesto a llevar al rock nacional a otro de los picos de raiting en hispanoamérica. Nacía al unísono: un disco medular y otros de esos temas fogoneros que le haría compañía a Rasguña las piedras, Presente, De música ligera y Vasos vacíos.   Con Flaca podría asegurar que d

El fuego que hechiza

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Bienvenidos al caldo de cultivo en Flores, donde el rock no suena tan chick sino que respira el fueye de un barrio con voltaje. Tango y Rock: La Fernandez Fierro y Los Espíritus. "Huracanes, que queman las rocas" dio la bienvenida chamanica de esta banda de La Paternal que estrenó su tercer disco Agua ardiente y prendió de esos fuegos que se quedan adentro tuyo. Llama perpetua que se alimenta de canciones que están hechas con vísceras, huesos y existencia molida en los laboratorios valvulares de los 70 con hombres del siglo XXI. A la segunda canción un tipo sexagenario con remera negra blusera, se paró delante nuestro y prendió un joing como una bengala. Me convidó y me dijo: " esta banda tiene lo mejor del rock nacional y con guiños internacionales. Es una síntesis del buen gusto de Maxi Prietto", tiró y la bala entró sin permiso.  Remolinos de canciones viajeras con una nube cannabica que flotaba entre las 1000 personas que abarrotaban un teatro viejo y hermoso

Vitamina K

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El amargo dulce, parcero. El viaje que tiene el ying y yang en la lengua. El amargor fuerte que es el costado rancio de las cosas, lo que gede, el tufo de la humedad y los huesos que duelen al moverse. Esas leyes de gravedad qué hay que sortear ¿Cómo? preguntan los pesimistas, o los que sucumben, pero también es cierto que de interferencias estamos hechos. De ruidos y molestias. Nadie tiene ningún amortiguador perfecto. La gravitación se siente, el tambaleo, la angustia y la caída. El plomazo de las cosas. O el peso que hay que soportar, y siempre vuelvo a Kundera en este punto filosófico. Pero después aparece la otra K, de Kerouac: el franco canadiense que le tocó ser yanqui pero bien pudo haber sido Argentino como yorugua, italiano, rumano o croata.   Kundera decía que el hombre negaba la caca, la mierda. Somos productores de kilos de mierda por día pero siempre tratamos que no se sepa y ante, extraños e inclusos cercanos,   nos compartamos como impolutos que no se sientan en

El Ajax es eterno

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La táctica holandesa para los amantes del fútbol es como el whisky escocés para los choborras.   Un scotch que viene con agua destilada de algún arroyo de Campbeltown o Highland en esos valles británicos de ensueño.   Los más viejos nos hablaron de la Holanda de Cruyff que se ganó el título de “la naranja mecánica” por ese poder ofensivo que arrasó en el mundial 74 aunque en la final no pudo contra la ingeniería alemana del Kaiser Franz Beckenbauer.   Sin embargo, los de la generación milenial o la equis, somos del Ajax de Van Gaal. Un club que ganó todo en ese periodo que fue de 1991 a 1997 con equipos que jugaban de memoria con un rabioso 3–4-3 como el campeón de la Champions League del 95: Van der Sar, Reiziger, Blind, F. De Boer; Rijkaard, R. De Boer, E. Davids, C. Seedorf; Finidi George, Marc Overmars y Patrick Kluivert.   C on el finlandés Jary Litmanen y el nigeriano Kanú como suplentes de lujo.    La casaca blanca con el centro rojo y la publicidad del moderno banco ho

Mi disquería

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Voy en el colectivo con mis auriculares y la mirada en la ventana. El bus avanza por las calles y yo sumido en pensamientos que tienen groove porque la música los empuja, los hace mutar o agarrar ritmo. “La vida sin música sería un error”, dijo Nietzsche.   Afuera, la calle está loca.   Adentro también: una señora se sentó en uno de los asientos de primera fila y comenzó a narrar hechos desordenados en voz alta como si un interlocutor la estuviese entrevistando. Pero no, ella con la mirada en un punto remoto hablaba sin parar de un expediente, de una causa, de su daño psicológico y del abogado que se iba a ocupar de su asunto.   Yo, vuelvo a la música. Un disco nuevo es una excusa para seguir viajando cuando incluso hacemos distancias cortas. Un hip-hop o un blues americano del 30, un funky brasileño del 70 como el de Tim Maia o esto último del canadiense Mac Demarco me hace girar por países y carreteras dispares.   Pienso en ese otro yo que me sopló Fico Cossio en Cuzco, Perú,