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Mostrando entradas de 2011

Catarsis palermeana

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La catarsis Palermeana de alguien que no es de Boca ni de Estudiantes pero sí hincha del fútbol que hace gritar goles sacando la cabeza por la ventana. Relato homenaje del retiro menos esperado por todos Él los hizo a todos. Con la rodilla vidriosa en el 3 a 0 a River por la Copa Libertadores en La Bombonera o con un frentazo de la mitad de la cancha al arquero Germán Montoya para el gol de la victoria frente a un Vélez imbatible. O el número 100 a Colón con los ligamentos bien rotos o los dos a Banfield en 2006 con los ojos hinchados de tristeza por ese hijo que se fue. Él pasó 3 veces por el quirófano y volvió a pisar el área una y otra vez a una edad en la que Sebastián Rambert o Diego Cagna o Luís Zubeldía llevan más de 3 años en el banco de suplentes como técnicos o ayudantes de campo. Él erró 3 penales en un partido de Argentina y volvió para romper con un cliché grande como una casa: con 36 años ser el jugador de fútbol más veterano para debutar en un mundial.

La libertad es un Moreno

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Cuento, Historia Argentina, Revolución de Mayo 1810, Mariano Moreno Ese día él y sus tripas echaban fuego. Viajaba a Europa en una excursión póstuma encomendada por el presidente de la Primera Junta Cornelio Saavedra. Su cuerpo anunciaba tragedia y sería arrojado al mar envuelto en una bandera inglesa a kilómetros de la costa brasileña de Santa Catarina. Tenía 33 años, una mujer guapa llamada Guadalupe, un hermano de sangre – de nombre Manuel- y dos hermanos revolucionarios -Castelli y Belgrano-, un diario llamado La Gazeta de Buenos Aires y un sueño perdido: la libertad de un país suyo, criollo y aborigen, que soñaba con una patria bien grande e inclusiva. Mientras, del otro lado del mar, Guadalupe lloraba en la ventana de su segundo piso porteño. Miraba un Buenos Aires lluvioso y londinense que anunciaba tragedia. Sabía -o intuía- que el chaparrón era veneno: un charqui de la Primera Junta le había dejado una encomienda con un abanico de luto, un velo y un par de guant

La pequeña Japón argenta

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Diario Miradas al sur Año 3. Edición número 139. Domingo 16 de enero de 2011 Escrita por Ulises Rodríguez En Colonia Urquiza, cerca de La Plata, vive la mayor comunidad nipona de nuestro país. Mantienen vivas sus tradiciones con templos y escuelas y producen el 80 % de las flores que se venden en Argentina El paisaje es un campo de 700 hectáreas minado de invernaderos. Los más alejados parecen iglús. Una tranquera, la casa adelante y los invernaderos, siempre los invernaderos. Es la hora de la siesta y no anda un alma, no vuela una mosca. La avenida principal, la 186, resultaría angosta en cualquier ciudad, no en Colonia Urquiza: el lugar donde vive la mayor comunidad de japoneses del país y donde se producen el 80 por ciento de las flores que se venden en Argentina. Para llegar desde La Plata hay que atravesar toda la ciudad, unos 20 kilómetros hacia el oeste. Es tan alejado del centro de la capital provincial que el platense medio toma como referencia el hospital neuropsiqu

Pensar un 8 de marzo

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En mujeres latinas, nuestras, argentinas- sudacas- tercermundistas Pienso que son imprescindibles. Que tienen las riendas. Que –aunque muchas lo ignoren- son todo espíritu. Que me enamoraré una y mil veces de su capacidad de encandilarnos. De pegar un flechazo imprevisto. Que rompen con lo estático. Que el mundo las espera. Que tienen que subirse al escenario y volverse protagonistas. Que vienen a poner el corazón primero, y luego pensar en consecuencia. Que no tienen que rendir ninguna cuenta. Que son las dueñas de las sorpresas. Que son el inciso que le falta a la Historia en mayúscula. Que cuando ríen las tuercas se aflojan. Que tienen seis sentidos. Que el cambio- si se escribe- se escribe en femenino. Que al planeta -y al país- le hacen falta ovarios bien puestos. Que Evita, Juana Azurduy, Tita Merello, Alicia Moreau de Justo, Salvadora Medina Onurbia, Victoria Ocampo y tantas otras eran mujeres y argentinas con el orgullo de la palabra bien en el pecho. Que se quedaron acá,

Un viaje bien al revés

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Pequeña serenata a María Elena Walsh, publicada en la revista Tiempos del 16/01/2011 En sus tiempos donde había tiempo ella cambió el reino. Lo puso patas para arriba para que entendiéramos, antes del acné y la pubertad, que la Historia podía estar manoseada. Corrida de lugar y con nariz de pinocho. Yo la conocí con un guardapolvo a cuadrillé celeste y blanco, en un rincón del salón de actos, con mis compañeritos, sentados como indios en semicírculo alrededor de un piano que tocaba “la señorita Silvia” mientras con voces de gorriones repetíamos: “me dijeron que en el Reino del Revés, nadie baila con los pies, que un ladrón es vigilante y otro es juez, y que dos y dos son tres”, y nos poníamos tristes cuando el timbre de la portera terminaba con la hora de música. Después mi abuelo se apareció con una enciclopedia infantil que comenzaba a venir los días miércoles junto a Página/12 pero a General Alvear- centro de la provincia de Buenos Aires- llegaba con algunos días de retraso. “Es Mar