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Mostrando entradas de 2020

Oda a la boya

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Flotar ahí, en la nada, por la nada, en el mísmismo instante de la epifanía. Me pregunto si existe, me pregunto si se toca, si es aterciopelada, remolino gris o bravura mansa. Titila, es un bicho de luz del adentro, un relámpago, un ápice cómplice del instante. Nado por vos, por nadar en la trama que se vuelve tu voz en la mía como la boca de tu pez en mi anzuelo de re pente M.K

Tejer

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Pregunto si entre yo y los otros hay un resquicio, un hilo invisible, que muestra la sed, el estupor, o el milagro. Pregunto, al fondo de tus ojos en los míos, una y griega es como una espada, que nos clava con flores, en los huecos que se esconden. Pregunto y no sé quién contesta, si tu duda o la mía, si el precipicio o tu escalera. Pregunto porque preguntar es tejer, la blanda arena con el musgo, la cárcel con la poesía o ese bendito riesgo de blandir un arma blanca, de palomas libertarias. M.K

Poema al frío

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Un poema Al frío,  A la duda,  Al misterio, En la fragilidad  Del invierno.  Un poema, Al vino  Rancio  En la copa  Olvidada  En tu mesa de luz,  O en la alfombra  Manchada;  Un poema Es una daga  Afilada  En la nada  Del esfuerzo  Sin recompensa; O la cruz  O la esencia  Del camino Al peligro.  Un poema  A este pancho  con papas,  A la crisis,  Los compañeros;  A mi triste cenicero, Mis frazadas,  La almohada,  O la persiana  Cruzada  En los sueños.  Un poema, la entrega,  Mi pulsión,  O el silencio  De soda En la noche,  Mientras  Me quedo  Despierto  O me quedo dormido.  M.K

Espacio de latido

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Mecer,  Intento mecer,  el vino, la sonrisa, tu barco en mi mar,  O viceversa.  Cocer, intento cocer; el filo, tu abismo en lo roto o vacío que suena a canilla resfriada,  A grillos en verano,  a ventilador de la duda,  O a película desordenada. Después, la hondura  La tempera blanca  cargada,  Impresionista,  La luna casi llena,  Apenas le falta  una uña para  llenar ese breve  espacio  en el que latís, aunque no nos demos cuenta. M.K 

Un diamante

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Hay que salir,  Correrse, Del lugar "Quemar el cielo  Si es preciso"; Hay que buscar,  En la nada,  En las sombras, Un diamante  Como una brasa  Que es el fuego  Interno,  La llamada, Tu Africa adentro,  Mis tambores,  El latido,  De seguir  Camino  Entre el infierno  Por el Dante  O por los dientes,  La curiosidad  Es una palabra  Clave,  De lo que viene,  Del tiempo después  Del rayo.  Del olvido Del hachazo. M.K

Halo de luz

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Un halo de luz por la ventana, el cantero del vecino que no habla, hay escarcha en los dedos de la palabra. ¿Toca romper o quebrar el vidrio de lo quieto? Inventarle el puente a los días, sazonarlos con pimienta, mezclar la arena del recuerdo para que nazcan silbidos de alegría. El auto azul ya no se enciende, las luces no son para las hormigas, el velo que se cae no hace ruido, es la isla que perdiste alevosía. Los sonidos de tus pasos casi errantes, monólogos, que se fuman la poesía, el destello de las chispas que se encienden, los minutos de la noche; o el triunfo en la caída. M.K

Ulula el fuego

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Ulula el fuego. El susurro de las chispas con el viento de aliado. Soplido que enardece. Las ramas con la llama, madera que se enciende e hipnotiza tu mirada y la nuestra en un segundo. Carbura el fuego, pirámide de la vida y de la muerte en un instante que es rojo, naranja y amarillo con un coro silencioso de almas a su vuelta. Merced del fuego, pequeño héroe, refugio, mantra tibio, chimenea que despide penas secas por esta pólvora que mordemos en el gajo de un instante. Señal del fuego, ahora más que nunca con la luna pedigüeña que se arrima para frotarse y las estrellas parpadeando esos sueños que maduran con tu arte. Fuego que te quiero fuego. Así de inquieto. Así de furioso. Televisor ancestral de África donde los chamanes contaban Historias a una multitud con sed sabia que relame hasta los huesos de estas palabras sin después, sin antes, palabras. Éste atemporal abracadabra de la muerte y de la vida haciendo magia. Ulula el fuego, y es un pájaro de madera que se tizna para invita

Lo esencial

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El ocaso de los relojes que se derriten. Hay bocas en el viento de la ventana, son ojos con fuego de noche prendida. Antorchas, reminiscencias, aire de otro carnaval, llamadas, pulsaciones, amigos que intercambian figuritas; familia del corazón. ¿Cuánto tiempo debe esperar lo esencial? La simpleza de lo obvio, lo de al lado, la casa que ya no abre sus ventanas, el auto estacionado, el mate que se hincha, la lluvia en el pulmón de tu manzana, Gelman, el club del barrio, la vuelta al perro La poesía Como una plaza, existencia en la finitud de los días. M.K

Escribir una botella al mar

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Escribir una carta como una botella al mar. Largarla al agua para quién corresponda: una novia lejana, un hermano, un primo, un transeúnte desesperado. Escribir una carta que desafíe las leyes de la gravedad. Que llegue a destino. A buen o mal puerto, pero que llegue como un canto agudo que sale del pecho. Que detrás de esas olas y de ese océano haya un alguien de carne y hueso sentándose a masticar cada una de las palabras con los puntos y sus comas. Con la respiración, el jadeo, la tos y los vómitos. Escribir una carta que hable de la humanidad: del amor al instante, de la chispa del sueño, del buen recuerdo. Escribir una carta que hable de los abrazos y de los aeropuertos. De los chau y de los hola. De las pequeñas muertes, de los partos, de la nostalgia de la ventana, del vidrio empañado, de la lluvia como un balde, de la resurrección de la mañana. Escribir una carta de corrido como un cachetazo. Con el viento del camino, los viajes, las estaciones, los vaivenes, la furia fría y

Disgresiones

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Que el insomnio. Que el amor. Que la soledad o los viajes. Que el trabajo. Que la música. Que escribir ¿Para quién, para qué?   Uno juega a ciegas una carrera con la originalidad ¿Qué es lo original? ¿Escribir sin pensar? ¿Echar mano a los sentidos para escribir? La poesía es volverse un poco loco. Es dejarse llorar con las venas. Sentir el ruido de los pájaros mojados en alguna jaula. Oír el gemido de los gatos en celo. Después, ordenar el caos. Ir sacando piezas de la Torre de Babel que es un yenga. Un maldito equilibrio. Un ajedrez al borde del abismo. Un cuchillo sin punta. Cada vez que termina una película que me gusta, me siento más solo. Siempre. Como si apareciera un cuervo por la ventana, se colase por las ranuras y se quedara en mi hombro para graznarme toda la noche. Al principio le temía. No me gustaba su presencia. Ahora lo toreo. Juego con la capa roja mientras él danza por el techo de mi cuarto. Lo veo juntar carrera como un pelícano y zambullirse otra vez a mi hombr

Laberinto II

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El laberinto dos lo pensé un domingo a las 3 de la tarde. Verano invencible como Camus y la canción de un amigo. Me vi de 10 años explorando placares hasta que pesqué un casete viejo que tenía otros colores y letras a los típicos TDK rojinegros o grises casi transparentes. Era un casete distinto. Todo negro con letras plateadas y amarillas. Si bien tenía sus años denotaba no hablar español. Corrí al grabador y le puse play en la pieza en la que ensayaba mis locuras de un programa de radio eterno. Un radioaficionado permanente. La cinta giró y con precisión trajo una voz parecida a la de mi viejo cuando era joven, pero no era mi viejo. Era una cinta en la que se oía el mar. La danza de las olas que rompían a lo lejos de esa voz que estaba en primera plana. Era mi tío Raúl. Yo no llegué a conocerlo, ni siquiera mi primo Luís -su hijo- pudo conocerlo porque tenía un año cuando lo mataron en un asalto en Montegrande. Mi primo vivía en Temperley y venía a casa todos los veranos a prin

Llamada

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Fue un día con sus señales. Frases que llegan como picaflores a una flor del árbol. Esa, que está acá nomás. Arriba de la mesa como la carta de Poe. Un buen comienzo de un cuento podría ser: por equivocación o por cálculo, pero siempre vuelvo a pasar por esa puerta. No sé cuántas veces pasé. Siempre me recuerdo en bicicleta mientras pedaleo lento por esas callecitas que pueden ser cualquier pueblo bonaerense, y de pronto alzo la vista y veo su puerta gris siempre cerrada. Una ventana abierta más arriba con una pared en la que se ve un mural pequeño. No la veo, pero la imagino descalza, yendo de la pieza al patio a hacer la fotosíntesis. Es la escena perfecta de las 4 de la tarde. No sé porqué, pero siento que es la escena perfecta de las 4 de la tarde. Ellos dos estuvieron toda la tarde al pasto. Un gran mar de pasto a la hora de la siesta que los abdujo. Otoño, pajaritos, el ruido de un bochazo que un veterano acertó con “plackk” y despejó el chico. Un parque que puede ser tuyo cu

Laberintos

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Paula, el laberinto tiene forma de intestino. Pura víscera es el laberinto. Yo no lo inventé, lo leí en un pasaje de una novela de Murakami en el que Oshima le dice a Tamura eso como metáfora. Incluso él cita a los mesopotámicos como los autores de esta idea literaria que experimentaron con tripas de animales o de humanos. El laberinto del aparato digestivo también después aparece afuera. Lo que está dentro, tiene su correlato en el exterior. Hay calles que son laberintos. Bifurcaciones extrañas. Zigzagueos imperceptibles. Diagonales que nos confunden. Hay otros que son de árboles. Ahí, en la selva, creo que está el más denso. Perderse es traspasar los límites de la cordura. Sentir el acecho del bosque en la nuca. La respiración ahí como el cuchicheo del diablo verde. La humedad que traspasa hasta el aliento. Mientras fumo, uno ideas que vienen de otra parte ¿Por qué el poeta trabaja con registros distintos? Imagino a un viejo de pelada lustrosa como la bola de ese billar, mientras