"Sobre la televisión" reseña del libro de Bourdieu



Pierre Bourdieu es un sociólogo de renombre que innovó en el mundo de las ideas para entender las sociedades contemporáneas. Esta breve reseña trata de abordar en pocas líneas el fenómeno de la televisión: su capacidad de agigantarse y convalidar ideas, la homogeneización temática y los pensadores rápidos que se encausan en la lógica de la velocidad y el fast food.



El autor Pierre Bourdieu analiza el fenómeno de la televisión en Francia durante la década del 90. Asegura que existió un cambio sustancial en la televisión de los comienzos y la contemporánea; en sus comienzos dependía de la inversión pública y tenía un proyecto cultural, en cambio la televisión actual está monopolizada por conglomerados económicos donde hay una sobrecarga periodística que insta a difundir “la primicia informativa” más sensacionalista posible que engendra un vacío político. Una banalización de los temas trascendentales que pasan a un rango anecdótico y superfluo.
El autor comienza abordando el “narcisimo” que prevalece dentro de la pantalla chica francesa. Plantea que es importante hablar en televisión pero en determinadas ocasiones y con propósitos determinados.
En la actualidad televisiva según Bourdieu, prima la participación desenfrenada para “dejarse ver y ser visto”, “ser es ser visto” desde términos de Berkeley y el autor suscribe a la afirmación. No hay fines intelectuales para aparecer en la televisión, es una televisión “para que se mire narciso” que trae aparejado una profunda amenaza de instrumentalización por el mismo dispositivo. Ante esta problemática Bourdie asegura que no hay que combatir a los periodistas, que a menudo son víctimas de la tendencia avasallante de la tele, sino “se trata, por el contrario, de asociarlos a una reflexión orientada a la búsqueda de los medios para superar juntos las amenazas de instrumentalización”.[1]
Frente a esta tendencia, Bourdieu cita al intelectual matemático Husserl, quien afrima que el deber intelectual de la televisión debe ser difundir los logros conseguidos en el campo profesional de las ciencias.
Entre otros conceptos que captura el autor para analizar el fenómeno de la televisión en su país, aparece la censura y en una versión análoga o con vinculación directa al factor económico.
Bourdieu sostiene que la competencia entre empresas, y siendo más precisos, entre canales de televisión genera una imposición temática. El mismo afán por la primicia informativa que oscila siempre dentro del campo sensacionalista genera una homogeneización televisiva que no deja lugar a otros intereses sociales.
El autor sostiene que en un mercado estrecho y con pocas posibilidades de renovación como el periodismo, los aspirantes a insertarse son conformistas, se ajustan a los parámetros indicados por los grandes medios de comunicación lo que se traduce en una autocensura: “la gente se deja llevar por una forma consciente e inconsciente de autocensura, sin que haga falta efectuar llamadas al orden”[2].
Pese a reconocer el matiz político de la censuras mencionadas, Bourdieu sostiene que la censura más superlativa en el campo mediático comunicacional, es netamente económica. “Lo que pesa sobre la televisión es la coerción económica” afirma Bourdieu refiriéndose a la cadena de empresas que son propietarias de los medios, a los anunciantes gigantes que impiden que se hable de ciertos temas que pueden damnificar sus intereses, etc. Toda esta realidad que se sumerge detrás de las cámaras es lo que Bourdieu denomina “la censura invisible” que existe en la televisión.
Otra de las premisas que utiliza el autor para el análisis del medio televisivo es el de “dramatización”. Para Bourdieu el principio de selección de la información en la actualidad consiste en la “búsqueda de lo sensacional, de lo espectacular. La televisión incita a la dramatización, en un doble sentido: escenifica en imágenes, un acontecimiento y exagera su importancia, su gravedad, así como su carácter dramático, trágico”.[3]
El autor sostiene que es tangible en los medios una categorización de la realidad por parte de los periodistas que lo traen asimilado desde la formación académica. Existe un recorte arbitrario y subjetivo de lo que quieren tratar y se oculta detrás de la información otros acontecimientos. Es un principio de selección que prioriza lo sensacional, en lo extraordinario y atípico: “se interesan por lo extraordinario, por lo que sale de lo común, por lo que no ocurre a diario: los periódicos tienen que ofrecer cada día cosas que se salen de la rutina habitual, lo que no resulta fácil”.[4]
La búsqueda del sensacionalismo traslada a una competencia férrea por la primicia informativa que se traduce, según términos del autor, en un “fundamentalismo por la noticia” y en una pérdida de originalidad; dado a que se uniformizan los medios en contenido informativo.
Otro concepto o categoría que postula el autor y guarda similitudes con lo mencionado, es el de “la circulación circular de la información”. Todos los medios de comunicación recogen información de ellos mismos, son proveedores y compradores de noticias. Según Bourdieu los periodistas de cualquier medio gráfico Francés leen otros periódicos como si existiera un receptor asiduo que leyera más de un periódico diariamente, y también extraen algunas informaciones de tales medios lo que confiere una red circular, una dialéctica permanente en la obtención informativa, “una relectura de la competencia” como señala Bourdieu.
El autor también añade que impera una mentalidad de los índices de audiencia en la actualidad mediática. El mercado se caracteriza por ser la instancia legítima de legitimización; y los productos televisivos contemporáneos guardan características propias del mercado que el autor denomina “la urgencia y el fast thinking”, donde existe una estrechez entre el pensamiento y el tiempo: la televisión larga informaciones rápidas, con un trabajo productivo veloz y poco profundo que obliga a pensar por ideas preconcebidas. Es una comunicación instantánea que no dispone más contenido que el propio hecho de comunicación, el receptor no digiere la información porque se suministra a un ritmo vertiginoso incapaz de poseer profundidad conceptual.
Pierre Bourdieu sostiene que en términos generales la televisión tiende a banalizar y a despolitizar acontecimientos y prácticas que se producen en el seno de una sociedad. Genera una demagogia de lo espontáneo, concediéndole un presunto lugar al receptor, tradicionalmente pasivo, en la esfera mediática; dentro de los formatos denominados “Talk Show” por ejemplo, u otros donde se materializa el exhibicionismo.
La tele posee la capacidad de juzgar desde diferentes ángulos o perspectivas más allá de sus conocimientos, los periodistas se transforman en una suerte de intelectual omnipotente que abarca especialidades profesionales que escapan a sus conocimientos académicos. El resultado de la tendencia es un anti- intelectualismo que se materializa con la trivialiazación donde son víctimas fatales : la literatura, cine, filosofía y otros campos de conocimiento.
Por Matías Kraber

[1] Pierre Bourdieu, “sobre la televisión” Editorial ANAGRAMA S.A. 1997 p.17
[2] Pierre Bourdieu, “sobre la televisión” Editorial ANAGRAMA S.A. 1997 p.19
[3] Pierre Bourdieu, “sobre la televisión” Editorial ANAGRAMA S.A. 1997 p.25
[4] Pierre Bourdieu, “sobre la televisión” Editorial ANAGRAMA S.A. 1997 p.26

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
muy buena :)
Anónimo ha dicho que…
Excelente. Muchas gracias!!! Me ayudó muchísimo.
Anónimo ha dicho que…
Gracias muy bueno
Anónimo ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo ha dicho que…
muy bueno gracias me sirvio de mucho

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