La hora de hacer la plancha

Entrevista telefónica con el Gordo Caseros

No existe el término medio: o lloras de risa o lo puteas, o te descoloca y te reís, o no le casas un fulbo. Él es Alfredo el Gordo Casero y cuenta cosas sobre La Plata como un lugar que le despierta juventud, lleno de parejitas de la mano o pendejos borrachos en la plaza que lo escuchan y quieren hacerles caso. “Es hora de que hagamos la plancha, ya nos comimos muchos pijazos” dice el gordo
Si él maneja hay que ajustarse los cinturones , apretar las muelas y agarrarse de alguna manija. “Cuidado que colea” o “peligro: animales sueltos”. Se tira a la banquina, te clava los ojos redondos como dos huevos duros y se ríe como el guasón o un suegro gordo hijodemilputa que te toma examen de asador familiar. Y yo no quiero ser Juan Miceli preguntándole ¿cómo es tu casa? Y el gordo respondiéndome: “igualita a una concha pero de cemento” o “ de paja como la del primer chanchito”. No. Nada de guión ni 5W. Sólo embarcarse en bote y pescar con línea de fondo. El teléfono sonó. El eterno pí-pí que taladra la paciencia con el tubo en una oreja que transpira. De golpe una voz femenina: “Sí… Paula te habla… ¿Alfredo?...sí va andar por La Plata … ¿Nota?... ¿De qué tipo?...bueno, te mando un mensaje de texto a tu celular y te confirmo en 30, ¿Dale?...Ya lo anoté, beso…chau”, dijo su asistente, una chica que más tarde me entero que es del interior y que esos rasgos que vienen de un pueblo –el barrio, las historias sencillas, el potrero, la calle de tierra, la elocuencia o la espontaneidad- a él lo seducen. Le despiertan ese no sé qué de la curiosidad. O más claro échale agua: quiere cruzárselos por la calle una tardecita cualquiera y tomar una birra, comer una pizza y fumarse un faso. “Matías, llamá a este mismo número en una hora para hacer la nota. Gracias”, escribió Paula por mensaje de texto a los minutos. Más tarde llamo y atiende una voz conocida: de propaganda, de canción china, de Pizza conmigo, de Juan Carlos Batman, de David de Para Vestir Santos y de todos que no son más que su extensión, él de cuerpo entero con panza y rulos como tirabuzones. Él, Alfredo “El gordo” Casero dice “Hola” y ya el virus de la risa anda flotando en el aire porque no atiende ese tipo al que uno imagina cabrón porque dice lo que se le antoja en cualquier lado, sin el temor de ser señalado con el dedo acusador como loco delirante. Como el estúpido o el que se hace el raro. - Te agradezco por la nota, ¿Matías es tu nombre?, bueno Matías… Ahora decime: ¿Quién se te cayó que me haces una nota a mí? ¿Miguel del Sel? Jajajajajajaja - Jajajaja, nadie. Se me ocurrió hacerte una nota a vos porque siempre venís a La Plata. Y vos qué siempre hiciste y haces lo que se te canta, que ahora mismo en verano te subís a tu casa rodante y paras a actuar donde vos querés ¿Por qué elegís venir siempre? Silencio. Piensa, amaga a decir algo, se frena y luego dice: “La Plata emana juventud. Los alrededores son más oscuros, hay mucha humedad, hay jóvenes caminando. Siempre me detengo y hablo con alguno que generalmente es del interior. Que se yo, en La Plata se ve más la pulsión de lo que le gusta o no al espectador. También está bueno que el hecho de ser yo, te comuniques, te escuchen, decirle a un pendejo que está tomando vino en la plaza `no seas tan boludo´. Además me acuerdo que cuando era chico iba mucho con mi viejo a la oficina de Catastro que era un embole, pero veía gente, observaba mucho y me acuerdo que tenía una parrilla increíble”, dice el gordo Casero mientras pide “pido” en la charla por teléfono y le tira coordinadas a su conductora: mejor hace dos cuadras y dobla en la esquina. Si, total después se puede hacer la vuelta en U”. - ¿Pero estás de entrevistado o de GPS? - Las dos cosas jajajaja. Perdón, ¿en qué estamos?...bueno, pregúntame lo que quieras. - ¿Qué te encanta que suceda con tus experimentos en teatro? - Es que me digan ¿cuándo vas a cambiar lo que haces?, porque significa que no me vieron dos veces porque yo cambio. Siempre cambio, sino me pongo de misión cantar 4 hits, de la misma manera, pero sentiría que no estoy haciendo lo que hago. - ¿Y qué haces vos? - Se trata de mostrar el caos. Hoy el mundo está lleno de problemas, mirás Grecia están enquilombados, mirás España lo mismo, miras más países del mundo y están con dramas. Nosotros ya los pasamos. Es hora de hacer la plancha. De relajarse un poco porque los argentinos ya nos comimos un montón de pijazos. Y ya no quiero comerme más pijazos. También pasa que van a verme re contra cagados hasta las patas, porque no saben con que se van a encontrar. Y eso es también entender el caos. - ¿Vos viste que tu humor es tan casero como tu apellido? ¿Por qué sino nómbrame alguna patente tan particular y singular en el humor argentino? - Sí, Midachi. Jajajajajajajajaja. - Jajajajajaja - Como te estoy haciendo cagar de risa. Pónelo a eso en la nota eh. No te hagas el boludo. - Si quédate tranquilo que lo meto en la nota - Vos sabes que la gente siempre sabe que soy yo, y a veces me gustaría jugar a esconderme un poco. Me dicen “sos vos, te reconocí por la voz”, y ya cagué. Ya me sacan la ficha...bueno, te mando un abrazo. Chau- dijo y quedó el tuuuu del teléfono que acaba de colgar. De uno que se va. Y se fue de la charla así, Plop de Condorito, cuando recién parecía el nudo de la sobremesa. Se levantó, pegó media vuelta y dejó el caos. Al final es el yerno quien paga la cuenta.

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