Una lluvia rola en todas partes

La lluvia por la ventana del tren se vuelve Bogotá. En un flash de rieles la geografía engaña. Bogotá mojadísima en uno de esos días que parece que va a llover la vida pero ellos van frescos debajo de sus paraguas, se dejan humedecer el alma para que un chocolate caliente luego los entibie. ¿Qué suena?  "a la orden, a la orden" de las voces que venden comida o jugos,  ropa o libros al paso; La frenada de los pequeños buses que dicen Usaquen, Palermo, norte, Aeropuerto. El verde que se vuelve gris y sobre todo viceversa. El verde, es el color del chacra del corazón me dice un fulano y en días como estos aprovecha a regarse para crecer.
La vida que tiene café pero cuando hay agua aparece el tango. Adentro, la entrecasa:

- sí, señora... Un tinto, por favor... Gracias- se escucha entre ruidos de cubiertos, en una tarde que en seguida le da paso a la cena tempranera de las 20 y a la cama.
Afuera, los autos amarillos y japoneses hacen surco en las avenidas - 2 por minuto y cu
adra-, dos parceros toman pola y hablan mierda - de todo y de nada, existencialismo colombiano- acodados a la barra de una sanduchería al paso y un señor de unos 70 prende un cigarro piel roja debajo de un toldo mientras sus bocanadas de humo se mezclan con el vapor del agua que cae. "La paciencia aligera lo que la pena no cura",dice el graffiti que parece tatuar sus pensamientos. Y ellos dos- una pareja de 25 quizá- que clavan el tiempo en una mirada risueña en el reparo de un quiosco. Miran la ciudad bajo el diluvio cotidiano pero infinito. Las palomas que comen el pan que dejaron los transeúntes. Se abrazan y salen juntos en un trote como danza que dice que hay que aprender a bailar bajo la lluvia. Así la paz es posible.



Por Matías Kraber 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Realmente hermoso.... un abrazo fraternal... Sandra Rendón
Anónimo ha dicho que…
Abrazo fraternal para vos Sandra querida...Matias

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