Mañana campestre

Escribirle a la mañana con pereza. A la trasmano. La correntada de la inercia que arrastra mientras el corazón quiere pasto. Escaparse al sol. Sentir la fragancia del trébol en las fauces que sería el real perfume del azar. El perfume del azar más silvestre de todos. 
Mañana campestre la música que le pone audio a éstas sensaciones que quieren desoír el tren, sus bocinazos, el murmullo que le sigue al poner un pie en la urbe donde seremos hormigas negras y anónimas del hormigón. La realidad física marca su gramática con el freno de la locomotora y los vagones que se arrastran por las vías con sonido de sierra carnicera. Mi cabeza sigue en mañanas campestres, algo desde el fondo la canturrrea con certezas. Algo, sonando, me dice que seremos libres.
Matías Kraber

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