El hombre de la taxidermia



La palabra tiene origen griego y el oficio según dicen comenzó a practicarse en el antiguo Egipto. Él es Domingo Apud, es platense y es el único profesor de Taxidermia del país y brinda clases a 150 alumnos de distintas facultades por año en la ciudad de La Plata.



Se le puede pasar la noche ahí adentro. Ahí, en el frente de su casa al final de la calle 150 en Los Hornos. Dentro de un pequeño galpón que huele al kerosene de una vieja estufa, repleto de frascos de mermelada con líquidos conservantes más bocetos de animales hechos a lápiz y diplomas detrás de un vidrio donde el señor Domingo Apud- único profesor en taxidermia del país según los diarios- realiza el oficio que su padre trajo de Siria a los 18 años. Un oficio que consiste en embalsamar anfibios o mamíferos con procesos químicos o reconstruirlos a partir de las técnicas de la taxidermia: el arte de disecar animales con apariencia de vivos utilizando su piel y sus huesos más telas de vidrio, pinceles y resinas acrílicas en los casos más complejos.
Domingo no quiere decir su edad. Dice que se siente demasiado enérgico para revelarla. Que tiene 150 alumnos por año -la mayoría estudiantes de Veterinaria y Biología- y que seguirá dando clases porque le apasiona enseñar. “Lo llevo en el alma” dice Domingo Apud, que todo lo dice sin tutear, bien ceremonioso y con la paciencia de un docente.
“Empecé a dar cursos en muchas Sociedades de Fomento, clubes culturales y deportivos de La Plata a partir de la década del 70, luego de haber finalizado el curso de Conservación y Taxidermia en el Instituto del mismo nombre que- hoy no existe- ubicado en la Capital Federal. También di muchos cursos por el interior del país, donde creo que he tenido un mayor reconocimiento que en la ciudad”, dice Domingo mientras rastrea en una pila de diarios artículos que lo tienen en primera plana. Que hablan de sus pasos de docente por el interior del país.

Trofeos embalsamados

En el laboratorio de Domingo Apud todo es trofeo. Todo está para mostrarse. Un emu australiano y un ñandú argentino miran fijamente desde un rincón, un perro Pinshcer de 35 centímetros y origen alemán que es su última hazaña, un primer plano a una corvina negra embalsamada y los diplomas también te miran desde los costados. Diplomas o certificados que subrayan sus logros de más de 30 años de una profesión que sólo una vez- según cuenta- debió utilizarla para vivir, para poder alimentar a una familia de 3 hijos porque con el sueldo de empleado público le resultaba imposible.


El profesor se conserva

Domingo Apud dice que él no dijo ser el único profesor de Taxidermia en Argentina sino que los diarios lo han dicho. Y según él sucede porque “los grupos que han sido profesores en aquel entonces, década del 70 u 80, la mayoría han salido del país, se fueron a Japón, se fueron a España, otros han hecho cursos de profesores pero no se han dedicado a la enseñanza. Yo nunca dije que era el único, sino que el propio periodismo me considera”.
El diario Clarín publicó hace algunos años un interrogante: Por qué en el país no hay catedráticos en Taxidermia y Domingo asegura haber mandado decenas de cartas: “yo hace 25 años atrás mando una nota al Senado de la Nación, a la Cámara de Diputados, he presentado curriculum e informes, presenté proyectos en su momento para el zoológico, para la facultad de veterinaria, de Ciencias Naturales y nunca fui respondido. Por eso de alguna manera creo que la ciudad de La Plata, ciudad importante por la Universidad y los Museos, no me ha reconocido como sí lo han hecho ciudades del interior como Necochea o provincias como Chaco, Corrientes, Santa Fe, donde he podido disertar sobre Taxidermia”, dice Domingo Apud y busca más diarios, se calza los anteojos, achina sus ojos bien acuosos y lee en voz alta títulos, epígrafes de su propia historia, de su propio camino, que también embalsamó en fotos en sepia y papel prensa.

Por Matías Kraber

Nota publicada en la Revista Tiempos del Diario Hoy, el 15/09/2010

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