El Payador

Heredó el canto de los payadores uruguayos que paraban en la casa de su abuelo. Es el único payador profesional de La Plata, Berisso y Ensenada. De Dolores a La Plata llegó a estudiar periodismo y hoy enseña a payar en talleres de todo el país y América latina. 

El legado gaucho que despierta nuevos talentos en estas tierras. 

Texto y Fotos MATIAS KRABER 

Versatilidad criolla. Él referencia a Jorge Luis Borges y a Pablo Lescano. Habla de la mezcla entre el rap y la décima criolla. Puede payar una noche gloriosa en el Luna Park y al otro día tocar en una peña de Echeverry. Visitó la mayoría de los distritos bonaerenses, hace 50 ciudades por año y cantó en Uruguay en 32 oportunidades. Y van más. Estuvo en México, Chile, Panamá, Costa Rica, Perú y Cuba como representante del canto criollo bonaerense. Tiene 10 discos editados y prepara la presentación de “Hasta el final”, su próximo trabajo en el que está acompañado por su madre Susana, también payadora y la que le transmitió la décima, el oficio y el amor. 
La génesis cuándo? Todo arrancó una madrugada de 1955 con la famosa “cruzada gaucha” que se convierte en auge: un empresario uruguayo de fútbol arma una selección de la banda oriental de payadores para recorrer 17 distritos de su país y las radios que lo transmiten por la AM, los filtran en las casas del suelo pampeano de la Provincia de Buenos Aires. Y más allá del éter, los payadores cruzan el Río de La Plata para hacer una gira desde Capital Federal a Mar del Plata a caballo y con guitarra. En el paraje de Lomas del Salomón- partido de Dolores- la décima toca la puerta de Enrique Reppetto, abuelo del joven payador. Son los uruguayos con guitarras. Dicen que vienen a quedarse a dormir esa noche, pero lentamente se transforman en huéspedes y enseguida semilla. Su hija Susana comienza a trenzar versos desde los 6 años hasta convertirse en una de las 3 payadoras mujeres argentinas que recorren el país junto con Liliana Salvat y Marta Suin. Más tarde será Emmanuel Gabotto, 30 años, graduado en periodismo, quien con 10 años debutó de payador aquella noche de la mano de su madre en el Club Sarmiento de Dolores. 

CRONISTA CON GUITARRA 

“El primer periodista fue el payador e iba de pueblo en pueblo parando en las pulperías haciendo crónicas con guitarras para los parroquianos del lugar. Y así también fue como llegaron los uruguayos a la casa de mi abuelo en una época donde escuchar AM de Uruguay era un furor”, cuenta Emmanuel Gabotto sentado en el centro de la tradición de La Plata, en el predio del bosque de 122 y 56, la sede de su taller de payadores desde el año 2010, con el que recorre la Provincia y ciudades como Dolores- Quilmes- San Miguel del Monte- Avellaneda y La Plata. El periodismo por el padre –linotipista del diario El Tribuno en Dolores- y la payada por el abuelo y la madre. La síntesis se profundizará cuando viaje de Dolores a La Plata para estudiar periodismo en la UNLP y los lazos entre la palabra y el canto se hacen más fuertes. “Creo que todavía hay mucha gente que no sabe del canto repentino o el canto del payador; y es difícil que alguien se manifieste en contra o que no le guste lo que es espontáneo y bien nuestro. Ahora, por suerte ingresó a las escuelas, las universidades, el shopping y fiestas privadas – cuenta Emmanuel -, el cantor repentino siempre estuvo en otros lugares más tradicionales como jineteadas, domas o medios del interior, no significa que esté mal. Hay que renovarse a medida que va renovándose la vida y la sociedad”, cuenta. Es la velocidad del canto. La cabeza ágil tiene que trenzar los versos en segundos, para poder hacer rimar que no es tarea sencilla. Porque en la rima radica toda la riqueza de éste arte. La décima puede ser criolla: de la Provincia de Buenos Aires, Chile, o En Cuba mismo. Las fronteras terminan fusionándose en las sílabas que riman. Emmanuel dice: “estoy convencido que nosotros tenemos un montón que ver con los raperos. También tuve la suerte de estar en Cuba y ellos son los número uno del canto en décima”. 
Pa’ cantar de un improviso se requiere buen talento, memoria y entendimiento, fuerza de gallo castizo. Cual vendaval de granizos, han de florear los vocablos, se ha de asombrar hast’ el diablo, con muchas bellas razones, como en las conversaciones entre San Peiro y San Pablo, Dice Violeta Parra. 

MADRE Y MAESTRA PAYADORA 
Susana Reppetto comenzó a payar en la escuela de campo de su infancia. En los actos patrios o en el camino mientras mataba el tiempo de vuelta a casa en un paisaje rural de flores violetas en Lomas del Salomón. Cuando pasó a la escuela de Dolores recuerda que optó por pasar desapercibida, porque se tornaba burla que una mujer joven sea payadora. El conservadurismo de la ciudad la hizo llamarse a silencio un tiempo largo: 26 años callada hasta que fue madre de María Ángeles y Emmanuel y recobró la energía, entre la docencia y la familia. Y no se arrepiente: “tarde o temprano Dios me compensó el silencio” confiesa. Dejó de presentarse en los escenarios, por mucho tiempo. Desde el 64 al 90 lo hizo esporádicamente, sin continuidad. Después se encontró con un joven payador de Dolores llamado Pablo Gallastegui, quien la invitó a hacer una payada en una fiesta popular del paraje donde se había criado. De su mano y casi sin querer, retoma el camino que tanto le gusta, sin imaginar los inesperados destinos a los que llegaría. 

EL ESCENARIO UNE 
A veces los caminos de la payada los llevan a distintos escenarios pero un punto siempre los reencuentra. Un escenario, la casa o un mangrullo: ahora allí están, dentro del centro tradicionalista de la ciudad de La Plata y mientras se ponen al día de las noticias posan para la foto y contrapuntean versos como este: Predio de la tradición en La Plata lo destaco, yo abro mi cuerpo y saco parte de mi corazón, fuente de la inspiración que me da la copa grata, para hacer la serenata, donde están los payadores, la tradición y el folclore se respira por La Plata Con profundo regocijo y con sincera emoción, predio de la tradición canta su madre y su hijo, siguiendo ese rumbo fijo de música de poesía, arranco del alma mía, en el gauchesco sendero, éste saludo sincero que sea para el Diario El Día. 


DOLORES Y LA PLATA 
En Dolores hay familias de payadores y unos diez que se dedican a esto. Allí también nació el reconocido concertista de guitarra argentino, Abel Flauri, responsable de criar la voz de una de las primeras mujeres en el arte criollo que falleció joven: Susana Velázquez. En Dolores –una ciudad bisagra entre la pampa y el mar- hay teatros (herencia de los italianos) como el Unione construido entre 1876 y 1813 y la de La Guitarra, una fiesta popular insignia, que se lleva a cabo desde hace más de 20 años. Un orgullo: es el primer pueblo patrio creado después de la declaración de la Independencia. Y como perlita del destino: vivió Juan Vucetich y dejó su huella dactilar bien marcada.




 Emmanuel llegó con su huella criolla y también prendió el fuego en esos lados: se convirtió en el único payador profesional en un millón de habitantes que suman La Plata- Berisso y Ensenada. Desde que brinda su taller de payadores algunas promesas federales están apareciendo: “Yo me fui a México el mes pasado y Nazareno Peralta, uno de los alumnos del taller viajó conmigo. Él tiene 17 años y es de Parque Sicardi. Comenzó con 14 siendo rapero y ahora es payador- se enorgullece el profe y sigue -, ganó un concurso en Uruguay y otro en Argentina. Ayer lo presenté en un escenario, que ya lo he presentado antes a un chico platense, que se llama Facundo Pistone que entró con 14 -ahora tiene 15- improvisa bien y escribe versos. Santiago Baquero que fue el último ganador del certamen nacional en La Plata: el único certamen de payadores que quedó a nivel país”, cuenta Emmanuel, sobre su rol de docente y tallerista. Una experiencia que mezcla a un tambero o a un diputado en un mismo núcleo de aprendizaje. A un niño de 10 con un señor de 70. Que facilitó la salud de un hombre de Avellaneda cuando su médico de cabecera le recomendó -para frenar con la enfermedad degenerativa como el mal de parkinson- meterse en un taller de improvisación, y así dio con Emmanuel. Acostumbrarte a que te aplaudan, a que no te aplaudan, a que hagan silencio, a que no hagan silencio. Al mejor sonido, al peor, al mejor presentador, al peor. Así a todo, a dormir en el mejor hotel o en el colchón de la casa de un amigo. A lo que sea. A comer a cualquier hora. A eso se acostumbro el payador. “Justamente es en el camino dónde se aprende más y esto es así: nunca terminas de volver a empezar. Naces y morís todos los días, porque cuando pensás que llegaste a lo más alto, al otro día te caíste a pedazos”. Porque pasas del Luna Park a la peña “Pepito Pérez” en horas nomás”, dice Gabotto, desde el pecho, mientras las palabras resuenan y reclaman un acorde mayor; mientras su folclore jura que va a multiplicar como flor de campo.


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