La ventana: lejos o cerca


Lejos o cerca y prefieren lejos. El casi bastardo. Las palabras de la chimenea: te quieros como peluches, adornos de porcelana, muestras de amor con pronta fecha de vencimiento. Pienso que las medias tintas son su placebo. El líquido -aunque no lo sea- que sacia una sed que es infinita. Insaciable. Porque después vuelve a tener. Porque después necesita otra inyección de azúcar al ego. "Al menos una cucharada más", se mienten. Insulino/ego/dependencia dicen que es: una nueva necesidad -tan plagado de necesidades que está el mundo- esta resume un poco la posmodernidad líquida donde todo se diluye tan rápido como un bayaspirina en el agua. Un rocío de la mañana. Un ídolo de gran hermano. Un puterío de algún famoso. Una canción de la FM. Tantos candidatos políticos. Por eso "qué fue de la vida de" es una sección que garpará siempre en cualquier publicación periodística. Desmenuzar la vorágine. Entender el porqué de las carambolas del oportunismo. O el hambre voraz del tragamonedas del tiempo.
Los sillones son tan pop como su sonrisa. Abre esa jaula y entran pájaros ávidos que quieren cantar por un rato la canción que le pega a la campana del hitazo. Le pega y el gol dura una milésima. Por eso él implora la foto: "dale, así salimos en instragram". Ella accede y el flash los eterniza en ese instante glorioso que él ahora muestra por celular a sus amigos. " Mira la mina que me agarré", les dice con esa voz de las eses pronunciadas. " Ah, no, sos un fenómeno Nano", dice uno de sus amigos remordiéndose la envidia por dentro. Una yarará silenciosa y democrática.
La envidia es la base de la democracia dijo Bertrand Russell. Matemático alemán con gran sentido común. Todos pueden en teoría, pero no todos pueden. Un pluralismo ideal que fracasa en la praxis cotidiana. Por ende anhelo el auto del vecino, la mujer del compañero de oficina, el celular de aquel.
Comparación constante. Anhelo de lo ajeno. Olvido de lo propio. Monumento al fetiche: anzuelo infalible del capitalismo salvaje. Necesidad artificial conquistando las neuronas del deseo. El deseo infinita sed, en un mundo de infinita fábrica de necesidades artificiales: 7000 millones de celulares en el planeta que más tarde serán el doble. "Porque me quedo en el tiempo, sino te actualizas te come el tiempo", dice otro por ahí.
Por eso las garras buitres andan por Bolivia: un país que desconoce las necesidades artificiales, pero el Salar de Uyuni contiene el 90% de Litio del mundo, entonces varios quieren coquetear a ésta señora ancestral que vive por sus raíces. Por eso, desde hace unos buenos años Bolivia es tan chic. Si sos potable el capitalismo te nombra. Te hace su conejo de india. Te vuelve fetiche. Mc Guevara o Che Donalds.
El tema es si pensas y ayudas a pensar. Ahí sí que sos un loco. Renegado. Desalineado. Bohemio. Incomprendido. También fetiche pero del cartel: prohibido pasar. Warning. Rojo. Fantasma. Comunista. Inadaptado. Al borde del camino, los locos. Afuera que hay que pintar para montar un supermercado.
El loco está sentado en el patio de su casa de las sierras cordobesas de San Marcos y dice que sí, que el mundo éste es una mierda, qué es muy difícil ser altruista cuando el 95% es obsecuente. O transigente. O deja hacer y deja pasar en pos del confort individual. El loco fuma de una pipa, habla pausado con voz radial y tira dardos con palabras que después se quedan pendulando en la cabeza y en el pecho. Arma de doble filo.
Pero él loco dice que hay grietas. Que está lleno de grietas, y es en estas grietas donde hay que encontrar la ventana. La pregunta sería cuál es tu propia ventana? y espero que no respondas con miedo. " Si es por buscar, mejor que busques lo que nunca perdiste". 
Por Matías Kraber

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