La caza del toro



Jack Kerouac
El viajero solitario

Una semana después voy a ver mi primera corrida de toros que, lo confieso, es una novillera, una corrida de novillos, y no ése espectáculo más realista que suele haber invierno y que todos creen tan artístico. El interior del lugar es un cuenco perfectamente redondo con un círculo nítido de tierra alisado y rastrillado por rastrilladores dedicados y expertos como el tipo que rastrilla la segunda base del Yankee Stadium, salvo que el nombre de este stadium es “muerde el polvo”.- Cuando me senté, el toro acababa de salir y la orquesta volvía a sentarse.- Trajes bordados y ceñidos al cuerpo vestían los jóvenes detrás del telón de acero.-
Seguían solemnes cuando un toro hermoso, de un brillante negro azabache, salió a la arena desde un rincón que no había advertido antes; aparentemente mugía pidiendo ayuda, nariz negra, enormes ojos blancos y cuernos amenazantes, puro pecho sin panza, patas delgadas que querían hacer girar la tierra con el peso de locomotora que sustentaban –algunos reían nerviosamente- pero el toro galopaba y brillaba, se veían los relieves de los músculos sobre la superficie tensa del cuero.- Salió el matador y desafió y el toro embistió; el matador lo desairó con la capa, dejó que los cuernos pasaran a unos treinta centímetros de él, logró que el toro girara alrededor de la capa y se alejó como un aristócrata- le dio la espalda al toro mudo y perfecto que no embistió como en Sangre y arena para levantar al Señor Noble por el aire. Entonces empezó de veras la cosa. Apareció en escena el viejo caballo pirata con un parche en el ojo montado por el CABALLERO picador con una suerte de lanza para infligirle heridas en el lomo al toro, que responde tratando de ensartar al caballo, pero el caballo está protegido por una cota de malla (gracias a Dios)- una situación histórica y demencial, hasta que uno comprende que el picador le provocó al toro una hemorragia interminable. La ofuscación del pobre toro en su vértigo insensato es prolongada por el hombre valiente de piernas arqueadas que porta dos banderillas adornadas con cintas, y aquí viene directamente hacia el toro, y el toro directamente hacia él, pam, pero no hay colisión porque el banderillero clavó la banderilla y huyó como saeta antes de que cualquier dijese uhhhhh ( y yo dije uhhhh), porque ¿ tan difícil resulta esquivar a un toro? Bastante difícil, pero las banderillas dejaron ahora al toro sangrando como el cristo de Marlowe en el cielo.- Sale también un matador maduro y pone a prueba al toro con algunas verónicas, luego otra batería de banderillas, banderín de guerra que flamea sobre el sufrido lomo del toro que resopla y todos contentos. Entonces la carga del toro es vacilante y el verdadero matador, el héroe, hace su entrada para matar y la orquesta redobla los tambores, todo se aquieta como cuando una nube oculta el sol, se oye la botella de un borracho que se rompe a un kilómetro de distancia en la cruel y perfumada comarca española –los chicos interrumpen la preparación de las tortillas- el toro está al sol, con la cabeza baja, los flancos ataviados por las cintas de las banderillas, el pernil herido como San Sebastián.- El matador joven se acerca cauteloso, maldice y el toro gira y embiste con paso inestable la capa roja, se lanza enceguecido, bañado en sangre y el muchacho lo hace pasar por un aro imaginario y da una media vuelta en puntas de pie, con las piernas torcidas. ¡ Dios mío, yo no quería que una cornada abriera su vientre duro y ceñido!- agitó una vez la capa delante del toro, que inmóvil seguramente pensaba “¿por qué no puedo irme a casa?”, y el matador se acercó aún más y ahora el animal juntó las patas cansadas para correr pero una resbaló y levantó una nube de polvo,- El toro agacha la cabeza, como si quisiera descansar.- El matador desenfunda el estoque y desafía al sumiso toro de ojos vidriosos.- El toro levanta las orejas pero no se mueve. El cuerpo entero del matador se pone rígido como una tabla sacudida por la fuerza de muchos pies- se le marca un músculo en la media.- El toro avanza con dificultad unos centímetros y gira en medio del polvo y el matador arquea la espalda delante de él como quien se inclina sobre una estufa caliente para alcanzar algo que está del otro lado de ella, y hunde un metro el estoque entre las escápulas del toro.- E matador camina en una dirección, el toro, en otra, con la espada clavada hasta el mango y, vacilante, empieza a correr, y levanta la mirada hacia el cielo y el sol con humana sorpresa y luego parece atragantarse- ¡ tendrían que verlo!- escupe litros de sangre al aire y chapotea sobre ella- cae de rodillas y ahogándose con su propia sangre y escupe de nuevo y gira el cuello y de pronto cae desarticulado como una muñeca de trapo. – Todavía no está muerto, y aparece otro idiota que le clava una daga en el nervio del cuello y entonces el toro frota la boca en la arena y mastica su sangre. - ¡ Y sus ojos! ¡Sus ojos! - Unos estúpidos se ríen porque el puñal hizo esto, y no debía hacerlo.- Una yunta de caballos histéricos salieron con cadenas para arrastrar al toro, pero la cadena se rompió y el toro se deslizó en la arena como una mosca muerta a la que alguien pateó sin darse cuenta.- ¡Afuera! ¡Sáquenlo!- Se va, lo último que se ve de él son sus ojos blancos, fijamente abiertos. - ¡El siguiente toro!- Primero los chicos del principio levantan con una pala la arena sanguinolenta y se la llevan en una carretilla. Vuelve entonces el rastrillador con el rastrillo.- ¡” Olé”, las chicas le tiran flores al asesino de animales enfundado en su taleguilla bordada. –Y yo veo cómo todo el mundo muere y a nadie le importa, siento lo terrible que es vivir para terminar como un toro atrapado en una arena de gente que grita.-
!Jai Alai, México, Jai Alai!

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