El péndulo de tu revolver

Pienso en Los Beatles y el ocio. La sensación que el vinilo gira y emite apenas una descarga que es también la señal del éter. Acá prendimos el toca disco que es un sujeto cromado con una púa que cae en delicadas líneas y yo juego a ser una tómbola con el humo. Girar y girar. En el medio una explosión polifónica por todos los flancos: John, George, Paul y Ringo. Línea de 4 de todos los tiempos con la nostalgia de un quinto potencial que fue imaginario o hasta al gentil Juan Alberto Badía le hubiese encantado. Pero no. El quinto somos nosotros mismos cuando entramos en su caja de Pandora en la que flotamos apenas el vinilo está en play.

Prendí uno y empieza Revolver a disparar desde la pista 1: Taxman, el hombre cobrador de impuestos y son las 7 bien temprano y podes verle el rostro a este sujeto jorobado que le recauda a los más cerdos capitalistas en tu ciudad. Una sierra de realidad cuando es la primera mañana y todavía tenemos la resaca a flor de piel. En la segunda pista se encienden los chelos barrocos de Elegnor Rigby y la historieta del Padre Mckeanzie en la misa de un casamiento. Ahí ya estamos medios volados porque cómo puede mezclarse la música clásica con una canción moderna. Pero sí. Y en eso llega Im only sleeping que es un trote de una canción hermosa y lejana al mismo tiempo. Que viene desde otro lado. Otro país. Es una huésped forastera en la casa para que después nos hechice la cítara de Harrison y entremos en la otra dimensión de sombras y espíritus. Aquí, allá y en cualquier lugar nos deja casi la baba en el colectivo. Relax en el prado verde que vemos al costado de la ventanilla y pensamos en supuestos hermosos de días de campo en cualquier parte. Y después de esa caja musical, llega el submarino amarillo de Ringo. La pepa de los marines que no son mandarines, sino viajeros hechiceros. Llega el número 7 y es un rock de los que te llevan a caminar por la ciudad. Ella dice, ella dice y nosotros la escuchamos mientras vamos con auriculares por alguna plaza y nos dejamos atravesar por un día hermoso de sol que tiene ese anzuelo tan Mc Cartney. Dale que es Good day sunshine. "Ella ha visto las 7 maravillas y que tu pájaro es verde, pero aún no puedes verme" parece decirnos la pista 9 de un disco frondoso y psicodélico que tiene fecha de 1966 y pliegues para viajar por distintos paisajes. Avanzo y llega una de esas baladas que pueden ser la banda sonora de las despedidas. Alguien que se va para siempre o el asalto del recuerdo cuando estamos lejos y que nos mete en la eternidad de sus dos minutos. Todo se comprime a dos minutos. El 10 es un tal Doctor Robert que trae un aire de rocanrol para volver al camino. Piedras y carretera en otro día soleado. Lo que te quiero decir, i want to tell you, otro rock más progresivo del disco que nos mete en el subibaja del final del viaje. Sigue una de las canciones Mc Cartney que están hechas con azúcar natural para cantarlas con felicidad plena y después la psicodelia poderosa de Lennon para el remate: cuervos que graznan mientras suena una sierra que nos hace atravesar las dimensiones. Dar saltos de un lugar al otro, y nos vamos dejando marear por su melodía de violines envenenados que expresan el fin de Revolver; un arma filosa que es un péndulo de hipnosis entre la vida y la muerte.


M.K

Comentarios

Entradas populares de este blog

Vidas de porcelana

Aquel Peronismo de juguete- Osvaldo Soriano

Al Abrigo, cuento de Juan José Saer