El tiempo del duende


Siempre pulsando para el viaje que crea, resuelve, inventa, tiende puentes- le dijo el joven al duende. Y el duende asintió. Dijo que sí con la sonrisa. Dijo que sí con su silencio de trébol. Y nosotros somos uno más. Siempre tendido. Silencioso pero real. Tácito y querido. Abracero de palabras, de canciones con chispa, del don de gente sencilla que despierta el compañero y fraterno hasta luego porque siempre nos estaremos reencontrando. En otro carnaval. Total -aún tan cierto como la amistad del cerro y el duende- es que el tiempo está después. Lo escuchaste no? dijo el duende y se fundió con el paisaje verde.



Matías Kraber

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