Laberintos

Paula, el laberinto tiene forma de intestino. Pura víscera es el laberinto. Yo no lo inventé, lo leí en un pasaje de una novela de Murakami en el que Oshima le dice a Tamura eso como metáfora. Incluso él cita a los mesopotámicos como los autores de esta idea literaria que experimentaron con tripas de animales o de humanos. El laberinto del aparato digestivo también después aparece afuera. Lo que está dentro, tiene su correlato en el exterior.
Hay calles que son laberintos. Bifurcaciones extrañas. Zigzagueos imperceptibles. Diagonales que nos confunden. Hay otros que son de árboles. Ahí, en la selva, creo que está el más denso. Perderse es traspasar los límites de la cordura. Sentir el acecho del bosque en la nuca. La respiración ahí como el cuchicheo del diablo verde. La humedad que traspasa hasta el aliento.
Mientras fumo, uno ideas que vienen de otra parte ¿Por qué el poeta trabaja con registros distintos? Imagino a un viejo de pelada lustrosa como la bola de ese billar, mientras enarca las cejas al tiempo que amaga con el taco, un ojo cerrado -el otro a media asta- y tira para que la blanca pegue de una baranda a otra. De un lugar a otro. De Guatemala a Guatepeor. Del océano atlántico al Pacífico. O de esta canaleta al medio del Río de La Plata. ¿Hay un amor por la gimnasia de palabras que busca unir mundos que no están cerca? ¿O es una forma de andar?
Pienso en los 37 ya, Pau. Sé que vos también un poco pensas en los meridianos que trazan los años vividos. En la medianera de llegar a otra etapa. Es con menos. Menos bulla. Menos superficie. Menos resto físico.
Pienso que escribir no es un oficio cómodo. Creo que no todo el tiempo la tempera está llena. A veces tiene un ni. Cuando esas veces ocurre es mejor no decir nada. Cuando carga la tinta sola, es casi como una puñalada invisible del fantasma. Una mano que te empuja la mano. Un tanguero que te frasea verdades en la oreja. Una tras otra. ¿Por qué el tango? ¿Tendré un fantasma tanguero? Nadie está condenado a nada. Somos todo el tiempo pura posibilidad.
Creer con crear se unen como el mar con el río. Hoy estuve frente al río y apenas metí los pies adentro sentí también que estaba en el mar. Sí, en los dos al mismo tiempo. La certeza de sentirse parte. Un átomo de otra cosa mayor. Cajas chinas.
¿Qué te aloja? Nunca le había cazado ese toque al verbo alojar. Me alojaron algunas ciudades como Madrid, Bogotá, San Cristobal de las Casas fue un lugar del que me fui triste. Otros, fueron laberintos más oscuros. Manaus me echó. Fue un laberinto de calor insoportable. Lo recordé hoy con dos amigos de Brasil. Con ellos hablamos de ciudades ¿En cuál vivir? Ese era el quid de la cuestión. Nuri decía que los lugares los crea uno también ¿Cómo una canción? ¿Una canción también es un lugar? La pregunta también es un laberinto, ahora yo también te pregunto ¿Cuál es el tuyo? Mientras echo humo y en el espiral de aire encuentro un punto de fuga que es infinito.
M.K

Matías Kraber
 

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