La cátedra del transito


Es el vasco Jorge Ayestarán. De YPF llegó a la Dirección de Control Urbano para quedarse. En la calle enloqueció a todos con el megáfono y les hizo multas a Burlando, Alak, Chiche Duhalde y hasta a su propia hermana. En sólo tres días secuestró 173 motos. Hoy les da clases de Educación Vial a 150 conductores por semana que quieren su licencia 



Por Manuel López Melograno
(publicado en el diario el día)
el 16/02/2013


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Escena: Año 2003 en el centro de la ciudad de La Plata. Horario comercial. Día de la Madre.
Parado sobre la vereda de calle 48 entre 7 y 8, en medio de la rutina y las compras de regalos hay un hombre alto, calvo, camisa celeste, pantalón de vestir negro y zapatos del mismo tono, megáfono en mano. Nadie parece verlo, pero a él, no se le escapa nada. De pronto el amplificador suelta la voz: (a una mujer joven y bella) “Niña por la senda peatonal la van a ver mejor, desfile por la senda peatonal, por la senda de la vida.” / (A una anciana) “Mamá, mamá, a usted señora si, a usted, cruce por la esquina mamá, por la senda peatonal, el domingo festeje el día de la madre con sus hijos en familia no en un hospital: cruce por la senda peatonal y exíjale a sus hijos el mejor regalo que puede tener: el código de tránsito. Es un mensaje de la Municipalidad de La Plata. Feliz día, mamáaa. / (A mi) “Flaco por la derecha circulá con la bicicleta vamoss... tas grande yaaaa daleee”.
La creatividad mezclada con la Ley era insuperable. Lo recuerdo hace diez años. La reacción es la misma. El público mira, se ríe; el infractor se muere de vergüenza, se enoja y se esconde: desaparece del lugar lo más rápido que puede. Y Jorge Rubén Ayestarán, por entonces el inspector de tránsito, lo deja en claro: “El platense prefiere que le hagas la multa antes de que lo escraches”
Pero este vasco que nació el 6 de febrero de 1957 a las 6:20 de la mañana, recuerda que todo comenzó mucho antes. Que antes de estos 16 años en la Municipalidad de La Plata, estuvo desempleado, haciendo changas; y antes de eso, trabajó 20 años en YPF. Transcribo textual. “Yo entré el 2 de abril de 1974 y me fui con el retiro voluntario el 2 de abril del año 1994. Trabajaba en el laboratorio de investigación y desarrollo, Avenida Calchaquí Km 23.5 Florencio Varela, teléfono 012551304 int 362, oficina 204, segundo piso, o tercer piso, oficina 301. Esto te lo digo porque tengo esa retención automática, si lo digo tres veces ya me queda”. Y le queda, no sólo porque es obsesivo: es licenciado en Bibliotecología. Entre otras cosas, ya verán.
Del papel a la calle

“Me voy de YPF y estuve casi dos años sin trabajar, buscando. Qué biblioteca me iba a tomar con el curriculum que yo tenía. Pero yo quería laburar. El curriculum lo doblo y me lo guardo. Yo tengo siete hijos, tengo que laburar de lo que sea.
” Por entonces vendió libros en bicicleta y un día en el diario vio el aviso que necesitaban gente en Tránsito. Se presentó, lo anotaron y como no pasaba nada, de tanto llamar, lo terminaron convocando para hacer el curso de capacitación. “Cuando hago el curso ya ahí me empezaron a odiar”, dice con tono de joda pero es en serio. “Pará, no preguntes más, me decían, no nos vamos nunca”. El pensaba que iba a estar en la calle y tenía que saber dónde estaba parado.

Primero con inspectores, luego solo. Elegía una esquina céntrica y megáfono y talonario en mano a laburar. Y así fue entrenando su vista para ver de lejos dentro de los vehículos, los peatones, las bicis, todo. Estaba en 49 entre 7 y 8. Controlaba la parada de taxis frente a la confitería París, pero no se quedaba quieto. Hablaba con los choferes uno por uno: no se queden en doble fila - les decía - porque les corto la cabeza y después desde la esquina los miraba y los boleteaba. Digan lo que digan: doble fila: multa.
Un día ya eran las 19.30 horas, ya era de noche. Entonces habilita el verde por 49 y cruza la avenida 7 y estaba parado para seguir rumbo a 7 y 50 cuando ve que del interior de un Peugeot 504 blanco, un tipo gordito de bigotes lo llama. “Sabe quién soy yo, yo soy el chofer de jeje!. El tipo cabecea con sonrisa burlona y me señala para el asiento trasero. Y lo veo al ex intendente Alak sentado detrás del asiento del acompañante. Y le digo al chofer: ¿Sabe quién soy yo? Yo soy amigo del ratón Miguelito, pero le digo que se ponga el cinturón por su seguridad. Arranca con el semáforo sin el cinto y tomo el dominio (la patente) y paso la infracción. Resulta que el auto era de Alak. Y me quería rajar, me lo dijo el chofer al poco tiempo: No te echó porque le dije ‘vos lo contrataste a éste para hacer ese laburo.´”
La idea del megáfono le surgió en sus viajes con YPF a los que iba para capacitarse en Marketing y oratoria, cosas que hoy reconoce como fundamentales a la hora de hacer lo que hace. Y fue en Alemania donde vio a oficiales de tránsito usarlo y le pareció una gran idea. Lo hacían para ordenar la vía pública y guiar el turismo. Cuando se lo propuso a Ernesto Quintar, su director de entonces, el superior le dijo que no lo iba a usar nadie y entonces Jorge le dijo: si, yo lo voy a usar. Y así fue.


CQC
En tres días secuestró 173 motos en 59 y 12. “Yo me ponía en la esquina y agarraba los que entraban por 60, entonces apenas doblaban, sorpresa y media los detenía”, confiesa y agrega: “el 95 % me los llevo: no tienen casco, no tienen protector antiparra, no tiene licencia, no tiene cédula verde, no tienen seguro, no tienen papeles, no tienen vergüenza” se calienta. Y tiene más. Le hizo multas al diputado Osvaldo Mercuri, a la camioneta de Chiche Duhalde por estar con vidrios polarizados y mal estacionada sobre las paradas de colectivo de Avenida 7 entre 51 y 53. “Un día Burlando venía por calle 8 llegando a 49 con su camioneta BMW 4 x 4 con vidrios polarizados y hablando por celular y lo paro en la ochava y le hago la boleta. Burlando no dijo nada, mostró los documentos y se fue”.
Podría decirse que el inspector no discrimina. “A Bruera un día también le hice la boleta por tener el coche arriba de la vereda, fue cuando aún era concejal.” Ayestarán fue el único inspector en hacer una boleta a una bicicleta en contramano. El pibe nunca se va a olvidar y el padre del joven, tampoco. Le había comprado la bici nueva a 100 pesos y la multa le salió 250. Lo estuvo buscando una semana para cagarlo a trompadas. La multa era por circular en contramano desobedeciendo la autoridad, de noche y con exceso de ocupantes: llevaba un amigo en el caño.
Hubo un día que le hizo una boleta a su propia hermana, Anahí Ayestarán. Ella había comprado un auto con el Plan Rombo de Renault y como perdió los papales, y no los podía ir a buscar porque debía dos cuotas, él, jura, que le avisó. “Vos no podés manejar anaisita, que no te vea en el centro porque te hago la boleta y te llevo”, le dijo. “Y en un operativo la engancho y le hago la multa. Me puteó por dos meses. Y es más, si lo engancho a mi hijo el policía, que tiene el auto con los vidrios polarizados, hasta que no se los saca no lo dejo seguir.”


Al freezer
Después de batir todos los récords, un buen día hubo alguien que se molestó con el inspector y lo llamaron de la oficina. Fue en 2004. Lo bajaron de categoría, lo sacaron de la calle o lo mandaron a 520 y 199, a supervisar un puesto para control de vehículos de tránsito pesado. “Y paré todo, hacía unas colas que llegaban a la ruta 36. Y en menos de tres meses me sacaron y fui a parar a 20 y 50 para bajar la barrera”. Y el hombre, que además es parapsicólogo, estudia Derecho hace siete años y trabaja con varias entidades que luchan por la Educación Vial, se fue callado a que le explicaran cómo se tenía que subir y bajar una barrera.
Hasta que un día en su nuevo lugar de trabajo, salía su jefe, el de todos, con su auto particular. El Vasco se le acercó para que se pusiera el cinturón. Dos veces se lo pidió y hasta le explicó que tenía que dar el ejemplo, que afuera había 20 personas esperando para retirar vehículos secuestrados. Al día siguiente, lo mandaron a cargar las baterías de los handys.
Ya era 2006. Un día cuando asumió en la Dirección Ernesto Quintar, volvió a la calle, tenía una patrulla y llegó a coordinador de inspectores, lo que implicaba sólo libertad de decisión en el armado de los operativos. Pero los roces con los compañeros lo llevaron a renunciar al puesto y volver como inspector. “Yo ganaba en Tránsito 1.200 pesos y venía de ganar en YPF 4.090 pesos, más viáticos, que solos ya duplicaban mi sueldo de la municipalidad. No me podía pelear con todos por 200 pesos”.
Con el Disco 219, Roberto Gando es taxista hace 50 años y cuando me lleva de mi casa a Plaza Italia no me aguanto en preguntarle y el tampoco en responderme. “No era un tipo problemático si vos lo respetabas, era el único que nos hacía poner el cinturón, tiene alma para eso”


Gracias profe
Y un día lo llamaron de Educación Vial que necesitaban gente y las chicas de Administración lo pidieron, conscientes de lo que Jorge sabía. El sentía que la calle le había dado mucha experiencia y tomó el desafío. En 2007 no volvió más a la calle con operativos, pero aclaró que aún siendo ahora instructor, no perdía su condición de inspector. Tanto es así que un día le pidieron que aflojara porque hacía más multas en el trayecto desde que se bajaba del colectivo en el centro hasta Tránsito, que algunos inspectores en un turno de ocho horas.

- ¿Sos jodido?
- Conmigo aprueba el 97 por ciento, pero los vivo cagando a pedos.
“Yo aprendí a manejar a los 8 años con un tractor en el campo en Roque Pérez y me creía que me las sabía todas. Cuando tuve que renovar el registro iba renegando y después de una semana con este tipo, me dio pena que no durara más el curso”, me dice por teléfono Ricardo Ezequiel Pascual, de 33 años, que hoy es abogado y lo conoció cuando se lo cruzaba en 48 entre 7 y 8, cuando él cursaba Derecho en el ex Jockey Club. “Algunos tienen muchísimo conocimiento pero no lo saben dar, este tipo es tan fantástico, te llama tanto la atención que tendría que estar dando clases de Seguridad Vial en la Universidad.”
Desde que entró como instructor en capacitación de Seguridad Vial en la Dirección de Tránsito de la Municipalidad de La Plata, con otro compañero, desde el 2007, estiman haber capacitado 150 mil personas.

- Vos sos un fanático de tu laburo.
- Yo si mañana tengo que barrer, voy a barrer, y voy a putear al tipo que tira un papel.
- ¿En tu casa sos igual?
- En mi casa llego, abro la heladera, saco todo, guardo la comida en una bolsa y si a la semana todavía está, tiro todo. Soy igual de obsesivo.
Hoy en Tránsito, con dos años en planta permanente, su sueldo no llega a los tres mil pesos, sólo 500 pesos más que alguien que recién ingresa. Quizás un poco más si da algún curso para la ONG Amor y Respeto al Prójimo con la que colabora. Llega a fin de mes con orgullo y porque en su hogar en Villa Lenzi - aclara- colaboran todos: seis hijos que viven con él y el otro, el policía, que vive al lado con el que también comparten la luz.
-¿Y con lo que ganas nunca aceptaste una coima?
-No. Si no arreglo con usted, arreglo con alguien del juzgado me han dicho. Y arregle con el juzgado... conmigo no.
-¿Y cual es el objetivo de tu trabajo?
-El verdadero objetivo con nuestro trabajo es educar y bajar el índice de mortalidad que hoy tenemos en alrededor de 27 muertos por día en nuestro país. Aunque a veces para la sociedad, hacer lo que yo hago, es ser un boludo”

http://www.eldia.com.ar/edis/20130216/La-catedra-transito-informaciongeneral7.htm




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