La observación de los pájaros

de Roberto Fontanarrosa
Cuento de un clásico rosarino
por un hincha escritor
que se vuelve loco alrededor
de una radio portátil
Uno abre la puerta y sale a la calle con un infierno escarbándole las entrañas. Afuera, la siesta del domingo transcurre silenciosa y quieta, como si no pasara nada. Y no pasa nada, hermano, no pasa nada. Si después de todo, es apenas un partido más. Un partido más entre los miles de partidos que han jugado los clásicos equipos rosarinos. ¿O acaso uno piensa o alguien se acuerda de cómo salieron en el primer partido del año 75? ¿O en el segundo? Ni uno mismo lo sabe. Ni se acuerda. Son emociones momentáneas, pasajeras. Intensas pero fugaces. Un dolor profundo, una alegría enceguecedora pero que al día siguiente se va, desaparece sin dejar huellas físicas visibles, como la varicela. Seguro que no hay casi nadie en la cancha.

Comentarios