Me llamo Sven y morí ayer o tal vez la semana pasada. Realmente no sé que sucedió. No sé si fue una inyección de veneno en las venas o si me estallaron una botella de whisky en la cabeza. No sé. No sé. O si me abalearon en la puerta del Bar Anaconda. O tal vez en el bar Los Moluscos. Lo único que recuerdo son las luces de un bar, el bar lleno de vómito y una canción, With or whithout you, en el fondo del recinto, en el fondo de las luces, en la lluvia, un letrero en el espejo que decía entonces le diré que nunca más me pondré esta ropa, un teléfono, una ambulancia, una puerta blanca y de nuevo alguien que decía oye tranquilo yo puedo vivir sin ti, tranquilo whit or whithout you, doce de la noche mierda, se nos muere, mucha heroína, mucho alcohol, mucha tristeza, mierda, quédese tranquilo, relájese, piense en un cielo azul, en una ciudad de edificios blancos. sueñe con un potrero lleno de naranjas, con una mañana con una lluvia de aves negras, piense lo que se le dé la gana, mierda se nos va, tranquilo whith or whitout you.
Opio en las nubes Rafael Chaparro Madiedo Colombia/ Bogotá
Cuando yo era chico Perón era nuestro Rey Mago: el 6 de Enero bastaba con ir al correo que nos dieran un oso de felpa, una pelota o una muñeca para las chicas. Para mi padre eso era una verguenza: hacer la cola delante de una ventanilla que decía "Perón cumple, Evita dignifica", era confesarse pobre y peronista. Y mi padre, que era empleado público y no tenía la tosudez de Bartleby el escribiente, odiaba a Perón y a su régimen como se aborrecen las peras en compota o ciertos pecados tardíos. Estar en la fila agitaba el corazón: ¿quedaría todavía una pelota de fútbol cuando llegáramos a la ventanilla? ¿o tendríamos que contentarnos con un camión de lata, acaso con la miniatura del coche de Fangio? Mirábamos con envidia a los chicos que se iban con una caja de los soldaditos de plomo del general San Martín: ¿ se llevaban eso porque ya no habría otra cosa, o porque le gustaba jugar a la guerra? Yo rogaba por una pelota, de aquellas de tiento, que tenían cualquier forma me...
Cuento, contrastes, vidas paralelas “No sé si otra cosa puede relacionarse tanto con matar a alguien. Al menos siempre lo sentí así, desde esa mañana, cuando ante las primeras luces del día enfilé para mi casa con un tranco pesado de condenado. Creo que la noche transforma, propicia la metamorfosis. Durante el día no somos más que normales, tipos con vestiduras más o menos comunes, ordinarias y típicas. Pero cuando brota la luna en el cielo emerge una sed imperiosa de cometer algo que rompa con el silencio del tiempo, que nos haga más perfectamente mortales. Que modifique la quietud, el orden establecido, esa inercia que instala el día. Recuerdo que apenas salí de aquel tugurio de mala muerte, respiré con liviandad como quitándome una chaqueta de plomo. Por un rato no tan extenso, pude valerme de esa sensación pura y genuina del logro espiritual. Pero al cabo de un tiempo minúsculo, cuando se enciende la transición, comprendemos que hemos sido criminales, que hemos actuado con ...
Una poesía y un relato del Borges de la agonía, de un Borges que renunció a encubrir y apoyar una dictadura aberrante que mandó jóvenes a una guerra absurda donde los militares mismos no oyeron "ni el silbido de la bala". Ése es el intelectual que valoro, no aquel que se sumerge en su oficina a contribuir con la ceguera social ,más que literal, a ideas sanguinarias y fundamentalistas. Lo he soñado en esta casa entre paredes y puertas. Dios les permite a los hombres soñar cosas que son ciertas. Lo he soñado mar afuera en unas islas glaciales. Que nos digan lo demás la tumba y los hospitales. Una de tantas provincias del interior fue su tierra. (No conviene que se sepa que muere gente en la guerra). Lo sacaron del cuartel, le pusieron en las manos las armas y lo mandaron a morir con sus hermanos. Se obró con suma prudencia, se habló de un modo prolijo. Les entregaron a un tiempo el rifle y el crucifijo. Oyó las vanas arengas de los vanos generales. Vio lo que nunca había visto,...
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